Si no lo cuento reviento, ya es hora de desmitificar que los españoles desayunamos en casa, un mito al que nos aferramos pero en realidad sabemos que la única mesa vestida para desayuno es la de la familia de Bill Cosby. El español piensa que los cereales de avena han sido comida de caballo de toda la vida y jamás lo pondría en la mesa, pero no deseo irme por las ramas, a lo que iba, el español no desayuna en casa, de nunca, lo único sagrado es el café para cagar, que es indispensable.
Al español lo que le gusta es desayunar en los bares, pero no en cualquiera, siempre en el mismo, y además nos jode que éste cierre el lunes o el miércoles, ¡ Los bares no deben cerrar nunca! Pero puede ocurrir que al desayunar en un bar se den determinadas circunstancias, ¿Qué le gusta desayunar al español? Pues le gusta la tostada, el pan tostadito y dependiendo de cada cual pedirá tal o cual pieza: viena, bollo, mollete...la parte de arriba, la de abajo...somos muy especiales. Por regla general nos gusta con aceite de oliva o margarina, y es muy común que al abrir la tapadera de la tarrina nos la encontremos llena de zurrapilla de pan quemado, y si somos más sibaritas y gustamos de la porción de mantequilla suele ocurrir que el tipo del bar sólo pone dos porciones cuando el muy hijo de puta sabe de sobra que nos hacen falta tres, y además las pone tan frías que es casi imposible extenderlas en la rebanada. Y que les voy a contar del café, nunca hay que ir a primera hora, ese primer café sabe a agua sucia y nos podría tocar. En un bar no se puede pedir un cacao con leche, el español de al lado le mirará con repugnancia y misericordia y pensará " Éste está aniñado".
Un buen español que desayuna en el bar tira siempre la servilleta al suelo, es más nunca gastará menos de cuatro servilletas por desayuno y nunca se fumará menos de dos cigarrillos, por lo cual se sabe que cuando usted vaya a realizar un trámite, si el tipo de la oficina ha salido a desayunar, no cuente con él antes de cuarenta y cinco minutos, cincuenta y cinco si es funcionario.
A pesar de lo peligroso que es desayunar en un bar español, nos seguimos arriesgando, aunque sepamos que el dueño del bar rellena las tarrinas de mantequilla, aunque sepamos que le añade aceite de semillas al de oliva, todo da igual, incluso que siempre este averiado el retrete de señoras, al español le seguirá gustando desayunar en los bares. En casa no se desayuna, ¡ Qué asco!