Abro los ojos. No se que día, temprano por la mañana. Tengo la mala costumbre de necesitar un calendario, pues por mi propia cuenta, jamás he sabido la fecha exacta, aunque debo reconocer que tampoco me importa.
Me levanto de mi cama y abro las ventanas, el día está nublado, no es una buena señal porque últimamente ando un poco susceptible, y estos días hacen que me vuelva propensa a la melancolía; melancolía que solía gustarme cuando te veía a diario, cuando compartíamos tanto tiempo juntas, tantas vivencias…pero que me hace daño ahora que estás tan lejos. Se que es ridículo, que son solo unos cuantos kilómetros, pero es increíble como la distancia puede cambiar las cosas. La melancolía, recuerdas, aquella que motivo tantas cartas, tantas conversaciones y tantos abrazos, tantas lagrimas, risas y desvaríos, la melancolía que nos hizo huir hacia otro lugar, la melancolía que construyo para nosotras algo muy simple, una plaza, solo una pequeña fracción de tierra y unos cuantos árboles, y el banco que resistió el peso de nuestros corazones durante tanto tiempo: “El banco de la melancolía”, el lugar donde sembramos, olvidamos y recordamos muchas cosas, el lugar que me ayuda a recordarte cada día.
- ¡Demonios! ¡Estoy atrasada otra vez! (¿demonios?, desde cuando uso yo esa palabra…)
Corrí a ducharme, ordene un poco mi pieza y salí.
Realicé nada más que lo que es mi rutina diaria, que ha cambiado un poco desde que te fuiste, y volví a casa.
Me puse a leer un poco, un libro sobre teorías políticas de un autor de quien ni siquiera recuerdo el nombre, mas bien creo que nunca lo he sabido, recibí un par de llamadas telefónicas y me decidí a salir otra vez, algo bastante típico en mi. Cogí las llaves del auto y me dirigí al estacionamiento. Debo de haber estado leyendo más tiempo del que supuse porque cuando salí noté el cielo oscuro y las estrellas comenzando a asomarse por sobre mi cabeza. La luna, enorme y brillante, llena diría yo, me hizo recordarte otra vez, me hizo recordar esas 13 fases lunares, esos 12 meses, 53 semanas, 365 días, 8760 horas, 525600 minutos y 31536000 segundos que conformaban un año, un año de sentimientos y emociones al que alguna vez le temimos, un año, te marchaste hace menos de un año, pero yo siento como si fuera mucho mas.
Sigo conduciendo, paso a buscar a un par de amigas a sus casas y nos dirigimos por las iluminadas calles de Santiago hacia un café. Cuando llegamos allá, pedimos 3 capuchinos y mientras esperábamos encendimos cada una un cigarro. Conversamos un buen rato, tomamos nuestros cafés, pasamos un tiempo muy agradable, creo que hasta apareciste un par de veces entre nuestra conversación. Luego, prometimos que nos veríamos al día siguiente, como solíamos hacer en periodos de vacaciones y me marche.
Llegue cansada a mi casa y cinco minutos después me dormí.
Días después volví a recordarte. Recién despertaba, mi mente aun no recuperaba su acostumbrado estado de lucidez. Había soñado con una casa que no era la mía. Yo recorría los iluminados pasillos y me encontraba de frente a dos puertas, y escogía la de mi derecha. Abría lentamente la puerta, pero la habitación estaba vacía. Observaba hacia mi derecha y veía un pequeño sillón sobre el cual reposaba un uniforme de colegio y varios cuadernos, había en el suelo una mochila, y recordé que alguna vez llevó escrito “Sinead O`Connor”, en honor a aquella cantante que provocó tanto escándalo, y que tanto te gustaba. Observé detenidamente los muros y sonreí al notar que Janis Joplin, Marilyn Monroe, Ozzy Osbourne y hasta Bob Marley seguían ahí, sonrientes y distantes, pero frente a mi como siempre. Pasé mucho tiempo observando algunos dibujos que se esparcían también por las paredes, algunos, con pequeñas dedicatorias, denotaban haber sido regalos de algún amigo, y me detuve al notar uno de Marvin el marciano, similar a uno que tuve también en mi pared. La cama estaba hecha y parecía que nadie dormía allí desde hace días, el televisor y la radio estaban apagados, pero sobre el escritorio había un cuaderno abierto con unas cuantas notas sobre el, que ocultaban algo que parecía una carta, delataban que alguien había estado allí hace poco tiempo…escribiendo. Me acerque hacia el cuaderno y removí las notas con la mano, súbitamente, desperté.
Supongo que entenderás porque me he acordado de ti.
Cuando termine mis cavilaciones me dirigí hacia el teléfono y disqué tu numero. Nadie me contestó. Debo destacar que he intentado ubicarte ya varias veces, pero con el tiempo, resulta cada vez mas complicado encontrarte, pero supongo que será natural, has de estar un poco ocupada.
Sentía ganas de hablar contigo, cada día hacen mas falta nuestras antiguas conversaciones así que me dirigí hacia la cocina, me serví un café, y con la taza grande y humeante volví a mi pieza, encendí un cigarrillo, y mientras aspiraba el humo que bajaba lentamente por mi cuerpo comencé a buscar aquel cuaderno donde hace no mucho tiempo había comenzado una carta para ti. Mientras buscaba entre mis numerosos cuadernos, accidentalmente golpee una caja que estaba a mis pies, y cayo vaciando todo su contenido sobre mi alfombra, y descubrí las numerosas cartas recibidas de mucha gente y que durante años he ido guardando. Mientras las devolvía a su lugar iba recordando silenciosamente lo que cada una me había significado, hasta que me tope con las tuyas. Un grupo numeroso de cartas que se agolpaban frente a mis ojos, sujetas todas juntas por una cinta. Intente devolverlas a la caja pero no resistí la tentación de volverlas a leer, después de tanto tiempo. Tome la primera carta, y cuidadosamente la desdoble y comencé a leer…
“Tu siempre sabes encontrar en mi esa chispa que logra q mi corazón se entibie cuando siente que no puede seguir latiendo”…”¿Porque será que uno puede encariñarse con alguien en tan corto tiempo?”…y mis recuerdos iban intensificándose mas y mas, ya casi sentía tu voz junto a mi… “Hoy te he mentido, he entrado por mi puerta reflexionando acerca de nuestra plática ¿miedo?, que es el miedo, es el no saber, pero ya no temo tanto porque confío en ti”… Y yo solo esperaba que aunque hubiese pasado el tiempo, aun confiaras en mi…”Tu me has visto el alma, eres quien mas me conoce, y no es solo parte de la carta, es parte de mi realismo, parte de mi ser, parte de mi corazón”…” Siempre todo tiene un momento, pero nunca es mal momento para estar contigo, ya que en tus brazos siento amor y en tu abrazo claridad, calor y seguridad”…Han pasado meses en los que no he sentido tus brazos, pero espero que aun te inspiren aquello que te trajo alguna vez alegría y tranquilidad…
“Un momento puede cambiar una vida de nostalgia y ese momento puede crear una vida de felicidad sobre otra , la cual estaba destruida.”
Y momentáneamente, di con ella, aquella carta que creía no recordar, pero que indudablemente, me había marcado mucho, bebí un sorbo de café, aspire un par de veces el cigarrillo y seguí leyendo:
“Hoy, mi cara se esconde entre mis manos, la nostalgia es inaguantable, la melancolía se apodera de mi y no hay nadie cerca para confortarme.
Tu persona esta lejos de mi, pero solo físicamente, ya que tu voz se escucha en mi cabeza”…¿Seguirá mi voz escuchándose en tu cabeza? No supe en ese momento la respuesta, como tampoco la se ahora, pero desde el fondo de mi corazón, deseé con todas mis fuerzas que así fuera, que nunca te olvidaras de que pase lo que pase, yo siempre estaré allí para levantarte cuando caigas, sin importar el motivo.
Una leve sonrisa se esbozó en mi rostro cuando termine de leer tus cartas, pero una fuerte emoción se agolpo en mi garganta mientras una suave lágrima se deslizaba disimuladamente por mi mejilla para morir en mis labios, donde su sabor se mezclo en un instante con el dulzor y la amargura del café.
Solo entonces, termine de guardar las cartas, devolví la caja a su lugar y, luego de encontrar el cuaderno que buscaba, retome aquella carta que alguna vez había empezado para ti. De todos modos, si no podía ubicarte por vía telefónica, lo mejor sería que empleara nuestro viejo sistema de comunicación, que por lo demás, jamás nos había fallado.
Apague mi cigarrillo, ya completamente consumido, volví a beber de mi taza de café, encendí la luz y allí sentada, tan cercana y distante de ti a la vez, comencé a escribir:
Querida Samanta:
Te he recordado mucho últimamente, y tras mis vanos intentos por ubicarte, he decidido escribirte. Pero esta no es una carta de mero saludo, ni es para decirte lo que pienso ni siento; esta carta es para agradecerte aquella costumbre que he mantenido contigo durante algún tiempo, y que me enseño a interpretar en un papel mediante palabras todo aquello que con sinceridad te dicta el corazón
¿Has pensado en lo rápido que pasan los años a medida que vamos creciendo, en lo velozmente que se escurre el tiempo, como agua entre nuestros, dedos sin que seamos capaces de retenerlo, en lo fácil y triste que es ver como se apaga una hoguera que mantuvo vivo su fuego durante tanto tiempo? Pues yo si, y es por eso que me he decidido a escribirte.
Esta carta es para resumir una vida, para recordar y retomar, la historia de una amistad:
Años atrás, se conocieron dos mujeres, quizás dos niñas, o dos adolescentes, pero al fin y al cabo, dos personas, de aquellas que son escasas en el mundo, aquellas que se sienten ajenas a ciertas cosas y buscan una razón, y estas dos mujeres, pese a sus aparentes diferencias, lograron reconocerse.
Luego de un extraño acontecimiento en torno a cierto elemento alimenticio cuya repetida historia no volveré a recordar, sucedió, contrariamente a lo esperado, que estas dos mujeres comenzaron una amistad, de aquellas que muchos anhelan, pero pocos logran tener, y unidas por su pasión por lo literario y por tantas otras cosas , dejaron registro escrito de aquella amistad mediante una numerosa cantidad de cartas que yacen escondidas en una caja bajo mis pies y en un baúl dentro de mi corazón, como seguro yacen en ti también. Pero en un momento de la vida, las cartas comenzaron a distanciarse, también sus hogares, y quien sabe si también estas amigas.
El tiempo siempre ha sido un poco vanidoso, y le gusta dejar su huella, su cicatriz entre las personas, haciéndolas notar que mediante unos cuantos kilómetros es capaz de destruir lo que en años construimos, pero espero que tu continúes sabiendo, que nosotras juntas podemos mas que el tiempo y la distancia, pues sigo trayendo sobre mi memoria numerosos recuerdos imborrables que he decidido hoy, compartir contigo.
Han pasado muchas cosas en nuestras vidas, no me cabe la menor duda, pero espero que aun seas capaz de reconocer entre mis líneas aquellas que te pertenecen, pues quiero que sepas que en mi corazón siempre habrá un lugar abierto para ti, para cobijarte del frío..
Ambas sabemos que las cosas ya no son como antes, siento que nuestros caminos se han ido alejando y nuestras llamas extinguiendo, siento que ya no es mi sol el que alumbra tu camino, pero espero sinceramente que la luz nunca te falte, porque una vez dijiste que “un amigo es quien te toma la mano y te toca el corazón”, y tu sigues tocando el mío.
Y a través de este cuento quiero regalarte un trozo de mi nostalgia y de mi melancolía, una que otra lagrima, unas cuantas sonrisas y todo mi cariño y mi respeto.
Escribiste una vez “No quiero irme aun, quiero llegar a ser cenizas, cenizas para ser enterrada en el aire...y vivir por siempre en el viento”… y yo quiero estar contigo hasta ese día, y jamás verte bajo un sauce haciéndolo llorar, porque como dijiste: La vida es como las flores, se marchita; la amistad es como el aire, nunca se termina…
-Y entonces baje el lápiz, y comprendí muchas cosas. Te volví a sentir cercana como antes y quise compartirlo contigo. Tome mi carta, la doble y corrí por el pasillo hacia la puerta de salida, cogí el auto y maneje con rapidez hasta tu casa, ni siquiera me tome la molestia de preguntarte si estarías, pero mi corazón me decía que si.
Entonces llegue frente a ti, te entregue mi carta y te dije: estoy aquí porque a veces una acción vale mas que mil palabras, y yo vine a invitarte a ayudarme a encender otra vez y con fuerza la hoguera de nuestra amistad, a agradecerle a la vida por ser incomprensible, injusta y confusa, a sonreír al mundo porque aun nos tenemos la una a la otra, para reír y para llorar. Te invito a revivir una historia, a mirarme de frente, a recordar que estoy aquí, que siempre estaré y que nunca me he ido, y a recibir con fuerza el abrazo cálido de esta vieja amiga que te adora, que siempre te tiene presente, que cuenta contigo y que esta dispuesta a apoyarte incondicionalmente y que espera que jamás te olvides de todo lo que acaba de decirte.
Gracias por todo.
Te quiero muchísimo hermana
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