Ojalá que próximos atardeceres nos sorprendan como ahora, cuando el cielo vuelva a hacer magia, donde podamos ser testigos. Ojalá que en nuestra sangre corran las mismas ansias, y sentir el galope en el pecho tras una charla amena, y sentir una cosquilla en la panza cuando el azul del cielo sea el mismo que el de nuestra cabeza, aquél que alimenta el flujo de ideas sin detenerlas ni esconderlas tras una presa.
Ojalá que mis piernas me aguanten siempre para recorrer cada rincón del pueblo en que me encuentre entonces. Ojalá tenga siempre el alma cantarina, viajera, que siente y se deja impresionar, ojalá que nunca se contenga más que para desbordarse con más fuerza que hoy.
Ojalá que siempre encuentre templos egipcios en medio de la nada, y que siempre un túnel de luz neón sea la salida del refugio en que escondemos las preocupaciones, ojalá un estanque refleje las luces mientras muere el día, y que sólo muera para dar paso a la noche.
Ojalá nunca cierre los canales con el mundo, ojalá que siempre quiera más. Ojalá que nunca un color diferente me cause el miedo que hace odiar todo aquello que no es semejante, tan sólo por no entenderlo. Ojalá que siempre recuerde de donde vengo y que nunca repudie mi tierra, y ni aunque lejos, me sienta más grande que ella. Ojalá nunca una cadena me ate al suelo, y que nunca una barrera mental me prive de escuchar una idea, apreciar una curiosidad, ojalá que nunca deje de encontrar deleite en lo más simple.
Pero sobre todo, ojalá que los próximos atardeceres me sorprendan en tus ojos, ojalá cada beso tuyo siga despertando un incendio en mi interior, ojalá que cada día mi alma te añore y que cada segundo que no esté a tu lado, llore, para poder desbordarme en ti cuando volverte a ver pudiera.
Ojalá mi amor, nos sobre vida para recorrer el mundo, ojalá mi amor me sobre vida para despertar a tu lado y enamorarme de nuevo cada día.
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