Dicen de nosotros, el resto de los hombres,
que somos del mundo la peor ralea.
Locos, vehementes, huraños, inhabitables.
Dicen...
que somos gaviotas rapaces de un puerto itinerante
viejos navieros encallados en arena imaginaria.
Ballenas en extinción, mariposas en el invierno
despojo, óxido del tiempo, soñadores en el exilio.
Dicen que somos una horda de infames
asaltando las calles e infestando las bohardillas.
Que tenemos cópula con las nodrizas de la noche
y que nuestras concubinas son las estrellas.
Dicen que cuando nuestro amor de amantes muera
cavaremos una fosa en el cielo y no en el camposanto.
Que no habrá sepelio, que haremos fiesta en lugar de duelo
...y que a cambio de lágrimas, nos brotarán versos...
Creo en todo ello, tonto sería desoír...
por eso amor mío antes de morir o que mueras,
Elijo devorar vivo tu corazón intacto,
Elijo rebelarme ante tus profusos ojos.
Ojos de negro litoral, largo malecón, Habana,
Mar ámbar, Ola tensa, Fondeas con mi deseo.
Profano tus manos, los dedos de tus manos,
horado el campo, beso la amplitud de tu tibieza,
De ese cuerpo húmedo como la isla,
vital como la lluvia, cántaro de mis alegrías.
Venero de mi nostalgia, infinita, rabiosa nostalgia,
leche taciturna que me amamantó de pequeña.
Amor arbusto, si por tus ojos es que veo,
de tu ramaje cuelgo como el pájaro que ha quedado solo.
Mientras los medrosos se marchan del invierno,
yo me prendo de ti amor, como una oruga.
Y te extraigo la sangre más dulce,
aferrada a tu beso como la hoja última del otoño. |