Corbatas dormidas se balancean sobre las camisas
Reciben quejidos, aguantan aires nauseabundos,
Sostienen mentes malhumoradas de ojos ciegos,
Aún entre recuerdos de musas imaginarias,
Aves nocturnas capaces de entristecer el amanecer,
Jubilo demasiado perfecto para corresponder a los humildes servidores de las costumbres

De trecho en trecho dedos aferrados a un pilar de contención
La ingrata y desdichada línea divisoria entre la desesperación ajena
Y la preocupación propia,
Como si los dedos leyeran miradas
Y discriminaran al tacto las pieles incorpóreas

Un puñado de ingratos alejan los rostros
Perdidos en páginas de frivolidad,
Retazos de melancolía
Se preguntan como sobrevivir entre traiciones
Marcadas por calendario,
Pueden escuchar avisos autómatas por el altavoz

Cuestionan el protagonismo de una pluralidad mundana,
Menos privilegiada en oportunidad,
Talentos olvidados, colores en bruto

Corbatas que se balancean orgullosas ante un nuevo amanecer,
Que sonríen a sabiendas de que la mentira durará una jornada completa,
De que será tarde para empezar a afinar la voz,
De que el círculo vicioso permanecerá intacto
Gracias a un apacible sueño que queda guardado en las almohadas

Desabrochemos el nudo o resignémonos a morir asfixiados