Inicio / Cuenteros Locales / FARERO2 / CULPABILIDAD TEMPORAL
Alguien toco a su puerta mientras él veía entusiasmado el partido de futbol. Se molesto. No era el momento propicio para atender a nadie. Abrió sin embargo la puerta con sus ojos aun fijos en el televisor y encontró frente a él un hombre de pelo alborotado y piel curtida.
- ¿Qué desea? -le pregunto
-Patroncito tendrá alguna ropita vieja que me pueda dar- le dijo el harapiento que parecía exhalar su ultimo suspiro.
Recordó entonces aquel par de zapatos que había comprado la semana pasada. Con ese completaba ya veintitrés pares de zapatos en su closet.
-No. No tengo- le contesto afanado.
- ¿y tendrá algo de comer? es que tengo mucha hambre. Le volvió a preguntar
El hombre miro desde allí su alacena. Los cajones estaban atiborrados de toda clase de comida, arroz, carne, cereal. En algunos de ellos los frascos de conserva y las latas de atún impedían cerrarlos.
-Tampoco tengo y ahora no puedo seguir con usted, estoy ocupado- le contesto y le arrojo con fuerza la puerta. El sonido del impacto estremeció los cristales de la ventana.
Regreso de nuevo a su lugar con la intención de disfrutar sin mas interrupciones el partido. se sentó, acomodando su pesado cuerpo en el sofá. pero de repente un sentimiento de culpa lo atormento. Vio resurgir en su mente la imagen del mendigo y se vio a si mismo con su actitud arrogante asestándole la puerta . Su corazón se sobresalto. ¡ Que miserable era, no valía nada! Tenia suficiente comida como para hacerle una cena a aquel hombre y la cantidad de ropa necesaria como para vestirlo durante meses, pero se había negado a ayudarlo. Se lo imaginaba errante por las calles buscando un alma sensible que le brindara un pedazo de pan o peor muriendo de hambre y de frío en la soledad de cualquier esquina. Intento concentrarse en el partido para desviar sus pensamientos pero fue inútil, aquel suceso lo golpeaba por dentro. Sino podía ayudar a los demás ¿Cuál era el sentido de su vida? En ese instante un estallido de aplauso y gritos lo rescataron de su angustia. Su equipo había logrado el tanto que les aseguraba la victoria. ¡Gooooooooooool! Grito casi de inmediato . Al fin eran campeones luego de mucho tiempo. Salto, corrió, se quito la camisa y la ondeo por toda la casa. Se sentía el hombre mas dichoso del mundo. Una euforia desbordante lo invadía. Llamó a sus amigos para concertar la hora y el lugar en donde se reunirían para celebrar el triunfo. En menos de cinco minutos todo sentimiento de culpabilidad había desaparecido.
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Texto agregado el 14-10-2009, y leído por 152
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Lectores Opinan |
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14-10-2009 |
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Así suele ocurrir. Los momentos de sensibilidad, en que la gente ve las cosas distintas dura muy poco! 5* tursol |
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