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las paredes blancas contrastaban con el alto techo, de tablillas rojizas curvadas por el tiempo, una puerta antigua de madera vieja , tallada con arabescos de significado desconocidos, una vetusta y cansada cama ubicada en el centro de la habitación, el colchón de relleno de paja, tendido con sabanas blancas y gruesas cobijas grises adornadas de tigres azules, dos almohadas mal embutidas en una sabana percudida por el cloro que hacia las beses de funda, un sobre lecho rojo de abundantes boleros laterales que rozaban el piso, a mano izquierda de la cama reposaba una mesita metálica de color verde y patas oxidadas, la mesita tenia una sola gaveta de la cual surgían los restos de lo fuese una manija en otrora, un perchero de madera roída al lado de la puerta y un insoportable, asfixiante y desesperante hedor a ambil que impregnaba toda la habitación fidedigna prueba de la categoría a la que pertenecía el hotel; de mala muerte, era sin lugar a dudas la adecuada clasificación de la residencia, la humedad constante, junto con el incesante traquear de las nonagenarias tuberías, hacían de esta la experiencia mas dura vivida por Daniel, que sentado en el bordo de la cama a falta de una silla, fumaba un cigarrillo contribuyendo de esta forma al ambil coleccionado por años de fumadores compulsivos que habitaron, si es que cabe la comparación de esta mal oliente cueva ,con un hábitat, el cuarto que ahora y por las siguientes veinte y cuatro horas, pertenecía a Daniel a cambio de los últimos ocho mil pesos que llevaba en sus bolsillos.

Un rolex con ancora de rubí, regalo de grado que le diera su padre, doce años atrás, reposaba sobre la mesita de noche, junto con un anillo de gran valía; eran el ultimo trozo que le quedaba de la vida, que hasta hacia tres días siempre llevo. cada año el mercedes de ultimo modelo, la quinta en Cartagena, el chalet en Sicilia, y el apartamento en Londres, no eran mas que viejos recortes de una pagina del magazín social, en el que de ves en cuando aparecía su foto, su vida de éxitos comerciales y herencias familiares bien invertidas; terminaba abruptamente, el poder y el dinero se le escurrió por los dedos, ahora solo quedaban recuerdos y una mano empapada en los mocos que seguramente se limpio en el testero de la cama, el inquino de la mañana.

El único baño que serbia para todas las habitaciones del segundo piso estaba ocupado, a pesar de la situación las buenas costumbres de Daniel le impedían dejar la mencionada muestra de materia nasal en alguna de las desgastadas paredes mohosas del estrecho pasillo interior; unos minutos después la desilusión de encontrar un lavamanos sin jabón llevaba la desesperación de Daniel al limite, los cigarrillos se le habían acabado y no tenia mas que un ensangrentado pañuelo en los bolsillos.

Seguramente no conseguiría un puesto como gerente comercial de alguna prestigiosa marca, el estigma de asesino era demasiado grande, ser gerente era lo único que Daniel sabía y quería hacer; nadie creería en una inocencia que un video de seguridad desmentía, un error, un maldito error y la vida se iba por la borda.

Tres días huyendo, la policía cercándolo, su fotografía en los noticiarios, sin dinero, poca familia y ningún amigo confiable resultado de toda una vida de tiranía laboral e inmoralismos comerciales, llevaban a Daniel al extremo, la desesperación le carcomía los huesos, el miedo se presentaba como fiebre, en veinte horas debía desalojar el espacio que le serbia de guarida y la única salida que le quedaba era la cárcel, la muerte o lograr llegar al muelle y probar suerte de polisón.

rasurada la cabeza, de barba negra y espesa, ojos grises y sospechosos, las ropas que llevaba, una camisa amarillenta y un pantalón azul desgastado; a la par con el fuerte olor a pescado clarificaban, la segura procedencia del hombre, que cenaba en una mesa al frente de la de Daniel, el cual que fumaba el ultimo cigarrillo que le quedaba acompañado de un café de cuatrocientos pesos, que era su ultimo gasto; el comía con gran voracidad y entusiasmo, grandes partículas de alimento caían a lado y lado del plato, cuando repentinamente una manga de la camisa era violentamente abalanzada contra su boca retirando parte de la capa grasa que la cubría; los modales refinados en largos años de internados juveniles, la escuela militar y la vida de alta sociedad hacían de este marino, un cavernícola a los ojos de Daniel; a pesar de esto el hombre que ahora escuchaba a Daniel era la única oportunidad que este tenia, Daniel era consiente que para salvar su vida era necesario dejar todo su pasado atrás, olvidarlo por completo y empezar de nuevo como si su vida pasada solo hubiese sido un bello sueño de su nueva y difícil situación. El pasado es pasado y así debe ser, se repetía Daniel, todo su dinero, poder y pertenencias tenia que olvidarlas y adaptarse a su nueva situación, estaba decido esa noche moría Daniel; y nacía Raúl el polisón que en tres meses seria un trabajador mas en alguna plantación, de un pequeño pueblo cuyo nombre seguramente seria difícil de pronunciar.

Un espacio seco en una bodega de grano; la garantía de mínimo una comida diaria, y tres meses de encierro y mareos constante a cambio de un anillo de oro coronado por inmensa esmeralda, que constituía el ultimo tesoro del que Daniel estaba dispuesto a ceder; pues su reloj de grado mas que una joya era el legado de su padre y era una pieza única que estaba en la familia del padre desde generaciones de antaño, pasando de padre a hijo en la graduación como profesional de este ultimo.

Veinticinco minutos en posición fetal encerrado en la cajuela de un destartalado Renault 4, que les llevaba al puerto, era increíble pero a pesar de la situación lo que mas le mortificaba el pensamiento eran los tres meses de viaje en barco que le esperaban sin un solo cigarrillo a su mano; el puerto esta a oscuras, una tenue seda de luz anunciaba la inminente llegada del amanecer, era un buque viejo y oxidado de no mas de media cuadra de largo.

se acercaron a dos hombres, que sentados en las escaleras que llevaba a una escotilla cerrada, fumaban en silencio, ambos de tez morena vestidos de forma similar al acompañante de Daniel que se adelanto a este, para hablarles, Daniel espero un rato a unos tres metros de los tres marineros; los tres hombres se pusieron de pie y pidieron a Daniel que los acompañara asta la bodega de carga que se encontraba a unos cien metros del barco, allí le explicaron detalladamente en que condiciones viajaría, con quien tendría contacto y donde debía desembarcar, luego pidieron a Daniel entregara el anillo prometido como paga; este con algo de desconfianza se lo acerco al mas viejo de los marines que parecía ser el líder de estos ; tal y como lo pensó Daniel, para este viaje tenia que dejarlo todo atrás, incluso el preciado reloj que el marinero le arrebatara de la ensangrentada mano izquierda, luego de propiciarle tres puñaladas en el abdomen.

Texto agregado el 14-10-2009, y leído por 199 visitantes. (1 voto)


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