Sobre el amor como enigma

Fuera de las verborragias de la modernidad, y de la literatura empalagosa, del mal uso dado por el cristianismo y el actual secularismo, donde en todas estas vertientes, y miles más, el amor se transformo en un vacío inútil e infame.
El amor siempre es amor a un enigma, a la relación con él. El encuentro con un Enigma en la vida es el encuentro con algo que nos enamora, que nos entusiasma y nos pide su atención, anhela nuestras fuerzas para abrir su mundo de significaciones, ese mundo que intentamos interpretar; porque a su vez, nosotros somos un enigma para nuestro enigma.
Ni la sexualidad, ni el entendimiento racional tienen que ver realmente con la esencia de esto, pero sí tienen un papel fundamental, principalmente la sexualidad, que en sí, por su carácter pasional, es un enigma dentro del Enigma. Éstos aconteceres provocan una confusión entre el uno y el otro, abriéndose una hendidura de intensa significación (no confundir con simple significación lingüística, que tiene como supuesto la apolonización en entidades, esto puede traducirse en significaciones somáticas). Ésta apertura de significaciones pueden producir intensos potenciales en el cuerpo, incrementos como disminuciones, siempre teniendo que ver con el equilibrio meta estable que se dé en el momento de la hendidura de sentido, donde ambos se pierden (racional, artística, sexualmente, etc.). Cabe aclarar que la amistad es un concepto que aliena parte de esto, porque para el sentido común la diferencia está o, por una cuestión sexual o una cuestión de proyección de vida, por lo tanto la amistad no tiene sentido aquí, siempre es una relación de metaestabilidad con otro (cualquier otro, con cualquier tipo de potencial individuatorio) que es un enigma.
Con el tiempo las significaciones pueden incrementar estos potenciales individuatorios, incrementando el deseo por el Enigma, e individuando aconteceres. De tal manera que empiezan a haber entidades en esta situación, entidades como seguridades de reconocimiento de identidad en el enigma, como significaciones que “suelen ocurrir”. Estas entidades a su vez, que se dan como seguridades enriquecen las posibilidades de incrementar el Ser de significaciones, pasando a planos diferentes, a interpretaciones más profundas, pero siempre manteniendo ese equilibrio meta estable, donde el Enigma siempre prevalece. Si ya ningún acontecer provoca nuevas significaciones, el deseo muere, y el Enigma se transforma en Axioma.
Con esto quiero decir, que el amor no se lo debe confundir únicamente con la sexualidad, es un error común de los que tienen pocos potenciales individuatorios, no tener recursos para encontrar otras formas de abrir el Enigma; lo mismo ocurre con el compañerismo o la confianza, la fidelidad y el acuerdo, la proyección de una forma de vida; se lo aliena en la idea de la apropiación del otro (tipico signo del subjetivismo moderno), en el cual se lo consume y se le destruye toda posibilidad de individuación, y por lo tanto de enigma, destruyendo toda vitalidad, el cuerpo mismo. Cuando el Enigma aparenta estar acabado (lo cual es imposible), el deseo gira en búsqueda de la meta estabilidad necesaria para que un cuerpo pueda vivir artísticamente. El Enigma nunca se acaba desde el punto de vista ontológico, lo que se agotan son los recursos para ingresar en él, los potenciales individuatorios para siempre incrementar el Ser desde la Nada, no en el sentido de que se agota algo, lo que ocurre es que se agota lo que tenemos de conciente de ese algo, es por ello que siempre debemos reconocernos a nosotros como el Enigma, que al negarse, se niega uno, pero al reabrirse sobre uno mismo, uno puede abrirse a otros.