Soy de otra época, un hombre del siglo XVII bailando minuete en un aristocrático salón. Bailo arropado entre los vuelos y los brillos de mi purpúreo tafetán, pero mi peluca y mi maquillaje me sofocan, estoy viejo y cansado, mi deambular en la opulencia y la miseria de mi propio yo se hace insostenible, mi existir es una careta, la herida sangra sin poder hallarla, la música y las mujeres de los antifaces me han agotado, traspaso las murallas, cobijado en un rincón, observo a la luna manoseada por mi absurda ocurrencia de creerme poeta, de creerme un pequeño Dios y me adelanto regresando a una vida adolescente, a un chico gótico de finales del siglo XX que fumaba marihuana creyéndose un vampiro, para atrapar sueños de inmortalidad bebiendo la sangre coagulada de los cementerios… Realidad, realidad hoy, realidad, en los libros bajo el sobaco de mi terno y los sueños que se esfuman anestesiándose en el plumón, en mi nariz de profesor frente a un pizarrón… Quizás buscando una mujer sin antifaz y días eléctricos que me devuelvan a la vida desprovisto de máscara. |