La noche cabalga ondulante entre rascacielos y llanos.
Se trenza en la ancha avenida de acacias, plátanos y jazmines.
El viento la desafía, despejando de nubes a la luna llena que refleja su luz en el río, acariciando barcazas oxidadas y ensombrecidas.
Un viejo mendigo se refugia en el portal , estirando su cuerpo macilento y sucio sobre el frío piso
Se fugan notas, hombres, risas, mujeres, bostezos, cantos, manos, ruidos , sueños...
La vieja plaza sin palomas y sin niños oye el monótono cantar del agua en la fuente.
Un gato se escurre en lo alto de una angosta cornisa.
Las fábricas descansan sus visceras aceradas.
El ómnibus, casi vacío, aguarda a un pasajero retrasado.
Los maniquíes se hacen guiños con las luces de neón de carteles coloridos, para ellos la noche no existe, siguen mostrando sus delgados cuerpos, brazos desnudos y sonrisas dibujadas.
Camino ese silencio, lento el paso , buceando el cielo, mirando el infinito, perfumes sin olores inundan mis sentidos.
Mi pensamiento vaga hacia otros mundos, un hoy que ya es pasado, un mañana...imprevisible
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