El andrajo en traje visitó la boutique que modela su polilla, el mismísimo sastre de su arcilla, telar intelectual que lo royó. Su tela estudiosa le enseñó la amena discusión con su cuadrilla y el precio de reserva por la silla del banquete que luego indigestó. Fue el sol un epígrafe brillante, epitafio tal vez, y un sedante para un mal ahora duplicado. La doble sombra alumbra mis talantes: el nocturno y el diurno relevantes. ¿Perdonarán a este fracasado?
Texto agregado el 13-10-2009, y leído por 103 visitantes. (5 votos)