Inicio / Cuenteros Locales / Mandeville / El pensamiento sin descanso
No se dio muchos días para pensárselo, y para cuando quiso darse cuenta, el puño de su marido volvía a abrir sus mejillas, y sus ojos se tornaban negros cual muerte tétrica buscando adeptos en ese infinito campo de batalla llamado mundo, o globo terráqueo, lo llaman algunos.
Supongo que apenas sintió como sus dedos se estremecían al compás de su cuerpo cuando sentían la madera destartalada de la puerta del servicio empujada por aquel borracho, ser inmundo, que ni siquiera merece recibir el nombre de hombre.
Y sus pensamientos a otra parte, en algún lugar donde cada instante pasa a ser una palmera sagrada, mientras su marido seguía golpeándola sin descanso...
La realidad se arremolinaba y jadeaba sin esfuerzo, sacudió su cuerpo en unos vanos intentos por huir de la realidad...
Despertó.
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Texto agregado el 08-06-2004, y leído por 163
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