PARECIA UN MAL DIA
Parecía ser un mal día, despegándose del cartón sobre el que había dormido, Juancho, descubrió sobre su hombro izquierdo la imagen de un plátano (icono de un empaque bananero) que había sido impresa por la tinta que tras la humedad de la noche se trasfirió a su piel desde el papelón que recubría lo que para él era…su cama; sin más quejas se desprendió del piso de aquel viejo portal (su recamara), espero, al estirarse, que hasta el último de sus huesos tronara y afinara así su entumecido cuerpo, sintió bajar desde el comienzo del cuello hasta el final del esternón una extraña sensación, definitivamente no sería un buen día, restregó sus ojos tratando de limpiar los restos del sueño frio que habría tenido la noche anterior, vio al frente… y lloviznaba
-¡Que baboso día me espera!, se dijo
Había pasado un tiempo desde su última comida real, refiriéndome a real con por lo menos dos o tres tipos de grupos alimenticios incluidos. Juancho, como le conocían sus amigos, era un chamaquito de unos diez o doce años de edad, nadie lo sabía con exactitud, morenito y con espaciadas quemaduras de cigarrillo en la espalda y los brazos, escaso cabello oscuro, grandes y profundos ojos negros que parecían descifrarlo todo con una mirada; y así de pronto, en una camiseta desteñida del Real, se dejo caer sobre las calles de Santa Tecla, tras abandonar a su hermano (un dieciocho empedernido, dedicado en su mayoría al robo y pequeños delitos, de los que los mandamás no se hacían cargo, puesto que bajaba su estatus mafiero) su mamá fue una prostituta del Barrio 11 que murió de sida tras un largo padecimiento y pues de su padre es mejor ni hablar.
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-Marquitos, hijo, ya está tu desayuno., se oye una voz resonar en la casa, mientras del fondo del lugar se levanta el tal Marquitos, un hombre en sus veintitantos, rascándose la cabeza en señal de pereza, aun tras haber dormido más de 14 horas , seguramente por el alcohol que consumiendo el día anterior había dejado sus rastros en su sistema.
-¡Déjame dormir al menos! Contesta Marcos a su madre, que ya ni sabe cómo tratarle o si acaso debe hablarle.
Se sienta a la mesa, todo en la casa delata comodidades, un estéreo de última tecnología, un t.v de lcd que enciende en cuanto sus dedos tocan el control remoto, mismo que la empleada se ha esmerado en dejar en donde se lo han ordenado…precisamente en medio (no a un lado)de la mesa de la sala de estar, para que el “niño” le encuentre con mayor facilidad.
-Tu papá vendrá un poco tarde, me parece que tiene alguna reunión o algo- habla la madre, aun sin esperar respuesta- me voy, tengo cosas que hacer- se da media vuelta y sale de la residencia.
Para las doce, Marcos, esta por fin arreglado y dispuesto a comenzar lo que resta del día haciendo dinero fácil, vendiendo estupefacientes de alta categoría en las universidades mas high del país,lo que ya le resulta sencillo, su clientela está hecha, la misma que consume con él en las fiestas o en las disco.
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Juancho, se las ha arreglado para bajarse de un árbol del arriate de en medio de la calle, tres naranjas tipo limones, que tras una media hora de ensayo, se dedica a hacer volar sobre su cabeza, frente a los vehículos que paran en el semáforo que le han asignado; aun cuando esto le signifique un par de golpes en la cara o en el ojo de su compañero de malabares, Raúl, que después del cuarto limonazo comienza a verle con ganas de írsele encima, mas se contiene, porque después dicen que son maras o drogos y que representan un peligro para los transeúntes y los pueden quitar.
Mal día, pocos centavos que, para colmo, debe dividir con Raúl y ya pasadas la una, aún no alcanzan para un almuerzo decente. Pasa un sedan blanco, ni tan nuevo, pero “el viejito”, como ellos le llamaron, les regala una dona (al fin que están al dos por uno) y tras regatearse la parte más grande se la echan a la suerte…Que mal, gana Raúl, pero ya ni que, se la gano a la buena.
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Marcos llega a la primera cede (por así decirle) , de cerca le sigue un vehículo sin llamarle la atención, Marcos se identifica a la entrada de la Universidad en la que dicho sea de paso el no está inscrito y hasta paga el estacionamiento correspondiente y toma el ticket que le acredita como un legal visitante; así también entra el vehículo que pertenece a la unidad antidrogas de la FGR y de la PNC en una operación especial, en la que pretenden, atrapar a los mayores vendedores de sustancias ilegales dentro del sistema educativo.
Estando dentro y realizando, como se le llama vulgarmente una tranza, Marcos es descubierto por uno de los agentes, enciende su auto último modelo y sale sin entregar el ticket, huyendo lo más rápido que le permite el trafico, de los que ya detecto son polis.
Mientras conduce, no le es sencillo pensar con claridad, comienza a llamar a los de la banda, pero, extraña coincidencia, nadie contesta. Se cruza en uno de los semáforos de la chiltuipan.
Y por fin acierta a descifrar, debe deshacerse de la evidencia; y bota por la ventana la bolsa de papel de empaque en la que traslada el cash de las ventas; cruza vertiginosamente y la policía no se ha percatado de lo sucedido, mas si Juancho, que piensa pueden ser sobras de alguna hamburguesa o algo similar y corre a rescatar el tan subestimad paquete.
Parecía un mal día, pero por esta noche y muchas más, la cena va por cuenta de Juancho.
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