Tomó el horizonte y acomodándolo en la maleta inició el regreso a casa. Esa fue su primera vez, luego vendrían otras: en lo alto de las montañas o en la orilla de la playa. Prefería aquellos que se difuminaban en el cielo. Los contemplaba por horas y después se las ingeniaba para agregarlos a su colección.
Aquel día llegó hasta lo profundo del bosque, subió a un árbol y miró el cielo turbio que presagiaba tormenta. La humedad generada en el ambiente lo rodeaba, mientras admiraba el paisaje. Pudo percibir la atracción, una fuerza que lo jalaba. Se dejó ir y el magnetismo lo elevó sobre los árboles. Preparó su cámara y alcanzó a hacer una fotografía, antes de desaparecer en la línea del horizonte.
Texto agregado el 11-10-2009, y leído por 577
visitantes. (30 votos)
Lectores Opinan
29-06-2010
1* The-scientist
27-06-2010
1* MARDUK-FIRE2
03-04-2010
Se dejo ir... que relatos tan soñadores y que nos hacen volar, y guardar horizontes en el alma y calentarla.. .lindo relato.. como dicen.. con magia ... zebra
01-12-2009
tan facil verdad?...para querer estar ahi.Un texto magico.Tiene algo. anablaumr