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El andén los recibe sacudiendo el polvo con una brisa ligera, será que Samuel y Jacobo le ofrecen la seguridad de sentirse todavía útil. Rivales amorosos, se sientan en el mismo banco bajo la sombra del tinglado, carcomido como los recuerdos. En silencio dejan la vista suspendida sobre los pastos que se mecen aburridos entre los durmientes.
Aguardan a que llegue aquello que no volverá. Es un acto de fe, de la más pura, porque ni Jacobo ni Samuel están locos, sólo desean el regreso de la que partió allá por el ´46 en el servicio de la tarde, cuando los trenes llenaban de prosperidad, colores y costumbres varias a ese pueblo ahora insignificante.
Por momentos la imaginación –quizá sea la edad- juega con ellos y escuchan un silbato o la bocina. Entonces se ven jóvenes trabajadores ferroviarios; los andenes bulliciosos de idiomas distintos; la elegancia en el gesto del guarda al dar la orden de seguir; el olor del aceite y Rebeca, hermosa y joven como ellos, con ese acento escapado de los ghettos de Varsovia que los tres conocían tan bien, la risa franca absorbiendo las miradas, los puños de la camisa siempre cerrados, escondiendo el horror hecho números sobre la piel y sus manos alegres irradiando pasiones en la boletería.
A veces es Jacobo el que pregunta, otras, Samuel.
- Cuánto hace que se fue?
Su partida aparece difusa, el sol maquillando el atardecer, un saludo ingenuo que se convirtió en hasta siempre. No hablan de por qué se fue. No hablan del secreto a voces, las miradas reprochadoras de todo el pueblo, el juicio sin razón a estos tres amantes que no coincidían con la época y las costumbres. No quieren pensar tampoco, que Rebeca se fue por algo más profundo que el bochorno.
A veces es Jacobo el que contesta, otras, Samuel.
- Cuando el último tren.
Ninguno recuerda la fecha exacta, pero sí que todo fue durmiéndose, el pueblo, el progreso; la muchedumbre cotidiana, colorida; los distintos idiomas se tornaron un solo murmullo. Ha pasado tanto viento sobre esas vías, tanto sol. El tiempo les cuarteó algo más que la piel, sin embargo, cada tarde están ahí. No piensan si algún día volverá. Esperan.
A veces es Jacobo, otras, Samuel, quien ve avanzar con andar perezoso la formación de un tren color sepia. El humo espeso y silencioso que exuda la máquina apenas deja ver siluetas agitando pañuelos. En el último vagón, elegante como el día de su partida, viene Rebeca. Asomada, los busca, saluda con sus manos alegres, está feliz.
Ninguno acepta que ella se fue esa tarde en búsqueda ansiosa de distinto porvenir, que regresó a su país natal, se casó con un buen hombre –otro-, los recordó siempre como una aventura de juventud y murió hace ya mucho.


No importa de quién sea, la frase se escapa sin querer decirla.
- Parece que el tren no vendrá hoy…
- Mañana, mañana será, estoy seguro, no te preocupes.


Y se van, acompañados por la brisa ligera, dejando es estación habitada sólo por matorrales y marchitas promesas de amor en los durmientes. La imagen de Rebeca escapa de la boletería y los sigue, desvaneciéndose en el andén.



Texto agregado el 09-10-2009, y leído por 391 visitantes. (12 votos)


Lectores Opinan
30-08-2010 Tristeza color sepia. Muy logrados los efectos. Egon
01-12-2009 lo leí a conciencia y me parecio formidable como el anterior. no te agrandes pero tus textos me parecen que serán extraordinarios. (mas tarde leere el resto) fabiandemaza
18-10-2009 Dónde más leí esto, quizá fue en palabras como nubes, creo que me llenó de tristeza y de nostalgia, como ahora. Creo que allí tambien me referí, como ahora, a los múltiples andenes de nuestra vida, donde de vez en cuando volvemos a esperar un tren que no existe. Un abrazo. abulorio
12-10-2009 Es un cuento provisto de una carga emotiva tremenda. La descripción exacta nos traslada hasta esa estación del tiempo detenido; la actitud penelopiana será interrumpida únicamente por la muerte. Desde una crítica literaria, sería discutible el uso erróneo del punto de vista, en lo referido a la suerte corrida por Rebeca. No obstante, estimo que sería válida una licencia ante el fervor que emana de la historia, que sabe llegar al corazón al margen de tecnicismos de escritura. Salú. leobrizuela
11-10-2009 tiene todos los componentes de unexcelente cuento.Atrapa,entretiene,deja pensando y el lector se identifica con el lugar y los personajes.Solo puedo agradecerles este trabajo magnifico ,abrazos a ambos ******** shosha
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