Confieso que he vivido... ay eso no, que es de otra persona.
Confieso que pude olvidarte y no he querido... me suena a que lo he oído en alguna parte.
Confieso que he engañado, mentido, manejado, alterado, cambiado... Y lo he hecho todo por tenerte a mi lado y aun así te he perdido (que seas UNA amiga no reconforta cuando fuiste mi mejor, mi única amiga).
Confieso que he escrito cartas que nunca he enviado, que te dije cosas que sentía sin pensar en lo que sentías tú...
Confieso que quise quemar tus recuerdos y no pude, los tenía tan dentro de mí... que destruir los externos hubiera sido inútil.
Confieso que te he querido -y te quiero- como a nadie, que nadie -quizá- entenderá jamás esta forma mía de quererte, y no me digas que estoy enamorada, lo que siento por tí no tiene nombre, hermana, eres parte de mí.
Confieso que te he odiado por momentos y al instante he llorado de rabia, al pensar que la razón de mi odio es que no estás ya en mi vida...
Confieso que creí en tu perdón y no esperaba este olvido -a lo mejor merecido-.
Confieso que te sigo necesitando, y me sigue desconcertando esta actitud tuya...
Confieso, pero de nada vale el perdón si no hay redención.