Y otro día de oro
malicioso, intrínseco
en recovecos distanciantes
de los labios
de su infancia cruel,
otros cuerpos arrojándose
a su entrepierna
cálida y
sensual de sirena
moreteada:
La mujer buscaba,
olfateaba
el aroma de un cuerpo
que entre los brazos
le llevaba al cielo.
Texto agregado el 07-10-2009, y leído por 107
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