KALIFORNIA
Alguien dijo que lo primero que harÃÂa al llegar a California serÃa sentarse en la W del letrero de Hollywood, destapar una cerveza y aullarle a la luna.
Yo aún no lo tengo claro. Tal vez me detenga en un bar de mala muerte, juegue al billar, me pase de tragos y cace alguna pelea. Esa si que serÃÂa una entrada triunfal. Lo de aullarle a la luna se me antoja algo aburrido.
¿Y la chica? Bueno, no la contemplo entre mis planes, lo mas seguro es que no llegue a California.
Miento, aún queda algo de espacio en el portaequipaje, je, je, voy a morir!
Rumbo a California, con una cerveza en mi mano izquierda y el volante de un Dodge Challenger del setenta en la otra. No, no soy millonario, de hecho, el auto no me pertenece. Los papeles están a nombre del tipo que viaja en la cajuela. Lástima que no esté en condiciones de conducirlo, doscientos kilómetros por hora en esta belleza si que te hacen "sentir vivo", je, je, voy a morir!, estas cervezas si que te agarran rápido. ¿Veinte grados de alcohol? mierda, un par de latas podrÃan sedar a un caballo. Salud.
Te hablaré de la chica que me acompana. Doscientos kilómetros atrás se hallaba levantando su pulgar al borde de la carretera, arqueada, parando ese culo de muerte forrado por una falda tan corta como su cabello.
El estúpido del Camaro siguió de largo. Yo frené en seco. Son llantas costosas pero no importa, pueden cambiarse por una puta barata. Y al fin y al cabo fue otro el que pagó por ellas, je, je, voy a morir!
- A California - le dije mientras le abrÃa la puerta
Se subió sonriente, algo ebria, con el maquillaje un poco corrido y un aliento nauseabundo. Ya sabes, lo que a algunos asquea a otros puede resultarle atractivo.
No soy un tipo de mucho protocolo. Me bajé la cremallera y le presenté a mi mejor amigo.
- SabÃÂa que esto no me saldrÃa gratis - se quejó coqueta mientras metÃa su cabeza entre mis piernas.
Giré hasta el fondo la perilla del volumen y Road Trippin de los Peppers ambientó la mejor mamada que recuerde.
No fue demasiado largo, lo bueno nunca dura. Esta chica es increÃble, ¿puedes creer que se haya chupado los dedos tras limpiarse la leche que chorreaba por su mentón?
Después de eso no hay mucho que contar. Me pidió una cerveza, le senalé la hielera del asiento trasero, sacó una lata y se mandó un trago enorme.
Eructó un olor a cloro y alcohol que me llegó como una bofetada. Me cagué de la risa y arranqué a toda máquina. De cero a cien kilómetros por hora en tan solo seis segundos! Una belleza este aparato. Hablo del Dodge por si acaso, je, je, voy a morir!
Y aquÃÂ voy, intentando atravesar el desierto en un auto mÃÂtico, con un muneco en la cajuela y una puta maloliente del lado de la guantera.
- ¿Qué hay de especial en California?
- Chicas malas en el camino - le respondo
Se caga de risa. Termina su cerveza de un solo envión. Eructa y me cago de risa.
Su pregunta tiene cierta intención pero no soy yo el que va a satisfacerla. Pretende que se la devuelva pero no soy muy dado al diálogo. ¿Qué hay de especial en California? PodrÃa darme cien razones que me valdrÃan una patada en el culo: naranjas gigantes, el Roxy Club, surf, bikinis, Hollywood, Ãngeles, playa, californication.
No es eso lo que busco. Mis razones son diferentes y tal vez no le digan nada. Vomitar en el peor retrete de California puede significar todo para mÃÂ. Además, un estado que eligió a Schwarzenegger como gobernador tiene que ser el mejor lugar del planeta.
Este auto solo rinde veinte kilómetros por galón y la puta bebe demasiada cerveza asà que la próxima gasolinera es parada obligatoria. No quisiera estar metido en los zapatos del chico que llena el tanque. Sus minutos están contados. Lo primero será bajarme de esta belleza y buscar el bano. Habrá que expulsar la cerveza "fuera de mÃ". Y me echaré a reir y me pondré a pensar "pobre chico que llena el tanque" y "pobre puta que se siente segura entre mis manos".
Es solo un plan. Tal vez resulte bien pero tengo claro que todo cerebro tiene un lÃmite y que la suerte se acaba. Hay que saber cuando cambiar el cheque y retirarse. A veces se gana y a veces se termina metido en la cajuela de un auto con un agujero en la cabeza.
Es posible que la suerte se acabe. Es posible que te salga una patrulla de en medio de la nada y te obligue a detenerte a una orilla de la carretera. Exceso de velocidad y alcohol al volante son cargos que pueden manejarse pero explicar lo del muneco en la parte trasera del auto si que resultarÃÂa una verdadera molestia.
Acomodo el Challenger al costado de la vÃÂa. Observo por el retrovisor como el tipo de las Ray-Ban polarizadas se acerca lentamente mientras saca una libretita del bolsillo trasero de su ajustado pantalón. Un verdadero maniquÃÂ, todo hay que decirlo, en este paÃÂs hay que pasar un casting para ser policÃÂa.
- A mi que me arreste - dice la puta mirando el bulto del oficial a través del espejo
Es comprensible, la perra está caliente e insatisfecha. Me pegó una mamada inolvidable y su única recompensa fue una cerveza. La muy golfa darÃÂa lo que fuera porque el uniformado le diera su merecido. Está excitada y yo también. No, no, no me refiero a eso, yo siempre he jugado del mismo bando, mi agitación tiene que ver con lo que llevo en la guantera y te aseguro que lo último que necesito en este clima infernal es un par de guantes.
- Licencia por favor - me dice mientras se mete un chicle en su boquita de cereza
¿Licencia? Si que la tengo y no es precisamente para conducir.
- Como ordene oficial - le sonrÃo con amabilidad
La risa de la puta se infecta de miedo al verme abrir la guantera. El oficial no está demasiado lejos del otro lado, tan solo nueve milÃmetros lo separan de la muerte y yo no soy un tipo de mucho protocolo.
De repente ves como se te realizan tus suenos cuando ya te has acostumbrado a perder. Tener al bello policÃa entre sus brazos ya no es un simple deseo. Ahora me ayuda a meterlo en la cajuela. No es tan malo como parece, tendrá quien le haga companÃÂa.
- ¿Me vas a matar? - me dice temblando cuando cierro la maleta.
- Eso depende
- ¿De qué?
- De que tan lejos quieras llegar
- Solo quiero llegar a California - alcanzo a entenderle entre sollozos.
Tal vez California sea un lugar remoto para quienes suenan con un paraÃso perdido. Yo tiendo a pensar que no está demasiado lejos.
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