Miró el reloj en su muñeca, eran casi las once de la noche, descendió del tren y caminó por la ancha avenida hasta llegar a la plaza. Habían pasado casi cinco años sin volver a la ciudad que lo había visto crecer. Sentada en un banco estaba ella, nerviosa y dándole pitadas muy seguido a su tercer cigarrillo en la última media hora. Se miraron, se reconocieron y se sonrieron, pero se les notaba el sentimiento de culpa.
Él se sentó a su lado, ella se corrió levemente tratando de poner distancia. Hablaron largo rato hasta que sus manos se juntaron luego de mas de siete años y luego de abrazarse y llorar juntos, se besaron largamente. Ambos se sentían arrepentidos de haberse separado, pero él llevaba dos años de matrimonio y ella tres.
Dos horas después de haberse encontrado, se despidieron con un beso, un abrazo y con lágrimas brotando de sus ojos.
Sin promesas de volverse a ver, él rumbeó hacia la estación y ella hacia su auto y se marcharon.