-Si partimos de la base (incierta) de que se dividen las existencias en miles de individuos de la misma especie, de modo que la humanidad cuenta con entes personales-colectivos, cada uno potencialmente omniconsciente de la composición única y global de sus y sólo sus precisas esencias, de modo que se reconoce irrepetible entre todos por la estructuración y combinación específica de percepciones, las cuales se encuentran en todos los demás humanos, mas distribuidas en otro “orden”… sin descontar las diferencias escénicas que se presentan y representa el actor en cuestión… si partimos de esa base, de que tú (que me comprendes) y yo (que sí, te entiendo) somos verdades ¿Podrías ayudarme, entonces, a dilucidar este egoísta desencuentro en que mencuentro?
¿Puede, buen par inigualable y, si es así, conviene diluirse el entusiasmo espiritual que no sé si permitir de buenas a primeras amenazar con este cambio? Y es que cambios, cambios no son del mero escenario, sino que podrían también involucrarme.
¿Debiera, si es que puedo, desbaratar con este choque la estructura de mis días, ya tan nuevos –y buenos- para mí? ¿Decidí yo los anteriores sucesos que me tenían motivado? ¿Caerán si dejo entrar este delirio? ¿Vale realmente la pena (real)? Y es que estoy tan susceptible a no querer, sabiendo que debo aceptar, que temo ingrese no de puntillas la tristeza en el adentro plácido de novedades “productivas” a la vez que “urgentes”, en tanto yo individuo responsable que marcha bien, pero potencial al corte violento inesperado de la cuerda tensa, posible ruptura inmediata al contacto con la uña.
¿Está bien cuestionar la resistencia que ejerzo?
-Pues… partiendo de aquella base incierta… sí, es adecuado cuestionarse, para así decidir.
-¿Cuánto importa tal decisión?
-Importa lo que quieras.
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