Inmóvil frente al mar,
mi cuerpo impregnado
de atmosfera salobre
se inquieta y vibra.
Solo, de cara al ambiente,
vacila y se confunde.
Siente mi espíritu
el golpe de cada ola
hasta que se recupera.
Continúo siendo
mientras algunas gaviotas
picotean restos en la arena.
Texto agregado el 03-10-2009, y leído por 287
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