Un día morirán los poetas
(hoy agonizan en un rincón
en antiguos estantes de viejos pobres)
y no habrán dedos a los que asirte.
Tus bastardas letras estirarán
la desinencias, los gerundios
los puntos suspensivos;
unas manos torcidas te empujarán
al abismo de las hogueras contra el frío.
Entonces rogarás el auxilio de mis ojos
y yo miraré con asco
el índice que me ofreces
cual consuelo de tu vieja ausencia.
Lima, setiembre de 2009
Texto agregado el 02-10-2009, y leído por 141
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20-02-2015
Algún día habremos de morir. Sin embargo alguien rescatara nuestras almas a leernos y hacer suyas nuestras palabras. Y cada poema reencarnará para otra vida. Nos prolongaran el quejido. m14