Estoy acusada por un delito que no cometí, pero nadie cree en mi inocencia salvo mi familia. Mañana será el juicio final, me darán la oportunidad de confesar - esa será su última oportunidad me dice el abogado defensor.
Esa noche del lunes 19 de agosto camino a casa, un auto comenzó a seguirme, insistía tocando su bocina y el hombre me gritaba sube, ven conmigo. Asustada corrí, doblé hacia la derecha, me encontré en una calle sin salida, estaba muy oscura, fría, avancé y me oculté para despistar a ese hombre. Al pasar unos minutos saqué mi linterna de bolsillo para alumbrar el lugar y gran sorpresa, divisé un cuerpo en el suelo, me acerco era una mujer, estaba cubierta de sangre, me espanté, grité pero nadie me escucho. Traté de ver si aún estaba viva y toqué por accidente el arma. Luces comienzan a brillar en mis ojos, era la policía voces decían atrápenla me llevaron detenida.
Me ficharon como a una verdadera asesina, me llevan a una celda donde la ocupaban ya dos mujeres. El lugar era estrecho, tenía un camarote, una cama, lavatorio y un WC, era macabro, sucio, escalofriante. Esas presas estaban por robo y tráfico de drogas, no eran amables, se reían de mí y me empujaban contra la pared solo por hacerme daño.
Estoy en la Sala de Audiencias, tengo las manos esposadas, mi familia esta sentada, observo sus rostros pálidos temiendo mi futuro, las cámaras de televisión me enfocan. Todo esto me parece una pesadilla, no puedo creer que me encuentre ante una situación tan extrema.
Ha llegado la hora de confesar lo ocurrido, mis piernas tiemblan, me siento frágil, pequeña, atacada por el mundo y sin razón Confiesa decir la verdad y nada mas que la verdad sí le digo y ahí frente a todos comienzo a relatar lo sucedido. El fiscal en forma irónica me dice ¿Que la hace pensar que con lo que usted ha dicho le creerán? , era la última posibilidad que me quedaba para defenderme y entonces inesperadamente sentí hablar a mi alma que con absoluta convicción dijo por mis dos hijos lo juro que no la maté y simultáneamente salen de mis ojos dos lagrimas que recorren mi rostro lentamente.
Viajo con mi familia a la costa para relajarnos y olvidar este mal rato que hemos pasado. Ahora camino feliz, sintiendo que la vida aún me pertenece, pero aún recordando a esa pobre mujer que esa noche se había suicidado tras haber sido violada por un sujeto que en su auto la llevo a ese lugar
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