El Relato Demencial

Relatar lo vivido en las sendas de los sentimientos diluye la experiencia y se traslada a lo que queda fuera de la razón, declarando el testimonio de un evento grato o ingrato en frases, ritmos e imágenes que en sí mismas no poseen coherencia o explicación. Y más existe la inquietud por saber si tales eventos pudieron ser expresados con la fidelidad de la emoción sentida, con recursos estéticos aprendidos en noches de desvelo, intentando emular lo que el corazón y la piel reconocen con estremecido pavor. El ininteligible lenguaje de los sentidos, comunican a la razón sobre la naturaleza sentida. Es ahí donde desesperados buscamos códigos idiomáticos que podamos aprehender para interpretar lo que proviene del mundo paralelo, el místico.

La necesidad por narrar la experiencia alucinada motiva nuestra manifestación del fervor proveniente de una visión real pero extraña . Una traslúcida etérea experiencia no presentada como revelación, ni como imagen angelical adornada de destellos vestidos en luces aurorales, sino como la concatenación e interacción de las almas humanas con las bestiales, inundadas con exuberantes atmósferas de emociones donde desaparece la definición de sus formas para dejar a los sentidos menos certeros, la hegemonía de la interrelación y la expresión.

Lo curioso es que para comunicar tal deseo de liberación por entender lo vivido se utilizan los códigos usados por lo explicable y razonable. Las armas comunicativas son apropiadas por la estética para parodiarlas y crear un lenguaje exclusivo que se basta así mismo.

La propia cercanía con el lenguaje de nuestros primeros pasos, dominantes de sus significados y significantes, se moldean dando forma a lo informe, deduciendo que en esa personal explicación los demás entenderán lo visto. Un iluso pensamiento que se debilita con el paso del tiempo al entender lo irracional del ímpetu creativo, pues la inalcanzable misión del narrador de experiencias extra terrenas es contar lo vivido, mezclando arbitrariamente el lenguaje con los sentimientos.

Tarea fallida pues lo observado con los sentidos parece un desvarío demencial que encalla en las orillas del entendimiento y la razón.