En un día normal recorre la misma calle de cada día, esquivando sin mas a paseantes y apresurados.
Mira al suelo. La excusa del cansancio es suficiente para no ver mas allá del espacio donde poner los pies.
Nadie repara en ella, y ella no repara en nadie.
Gris asfalto para un día gris como tantos otros, andando y desandando siempre el mismo camino.
Antes sabía de colores, y le gustaba buscarlos en los reflejos de los escaparates, asomando entre edificios, en los detalles escondidos que están ahí para quien mira mas allá de sus zapatos.
Pero eso era antes.
Hoy está nublado, y la lluvia se ha llevado los colores.
Y camina sin pensar en nada, con el alma anestesiada de propio aturdimiento.
Hoy solo hay gris, y ni un motivo para sonreir.