¿Qué no me quieres igual?
¿Qué debo pensar? ¿Cómo te debo querer?
En mi habitación lo pienso, lo reflexiono y creo que es injusto
Leo tus cartas y no puedo relacionar que ellas fueron escritas sinceramente por ti
Porque ahora no tengo alguna reciente donde me dices que no se te ocurre nada
Que lastima, que mal me siento pues no he sido correspondido como antes
Pero hay una salida
Hay un camino que puedo tomar y ya no sufrir
¿Qué? ¿Te interesa saber?
Pues creo que es la muerte, el olvido, dejar de sufrir y puedo hacerlo
Y lo haré esta noche.
Salgo de mi habitación y subo las escaleras de caracol
Me acerco a la orilla de la azotea y miro el suelo, mi destino
Tu estas en tu casa y no te enterarás de esto porque nadie en mi casa está
Y esta noche mi alma me dejará.
Mi ultimo pensamiento en ti y ahora en el aire me siento, libre
De ti, de tu falta de amor, de mi sufrimiento.
Salto y velozmente me dirijo al suelo
Mi cuerpo yace deforme, rojo, roto
Mis pensamientos se borran y mi alma escapa...
Pero es capturada
¿Qué por quien?
Por la misma muerte
Encapuchado, su cara en las sombras y su cuerpo bajo la manta
¿Adónde me lleva? Siento un poco de miedo
Porque no me deja ir con Dios, porque no me deja escapar de ti y dejar de sufrir
Pero dice que debe mostrarme algo
Mi madre llega a la casa y me ve tirado
Cree que estoy jugando, pero diría que con la muerte no se juega
¡¿Qué tienes?! Me dice, pero hago la ley del hielo, o sólo estoy muerto
Ella me levanta y en las mismas sombras de la noche me mira mi cara ensangrentada
Mi nariz chueca y mi cabeza aplastada
Me deja ahí y llama a una ambulancia,
Inmediatamente a mi padre
Yo vuelo sobre la ciudad
Mi mano se siente fría pues la muerte no esta del todo viva
Y ninguna sangre corre por sus venas
Me tapa con su manta y me dice que no mire el suelo
Yo sólo cierro los ojos y mi camino es en el vacío
Abro los ojos y reconozco ese hogar
Es el tuyo amor, es donde vives
La muerte me acerca a tu ventana y la toca con sus manos duras y frías
—Amor —te susurro— Acércate.
Te extrañas pero la curiosidad te acerca
Quitas la cortina y me ves traslucido mirando algunas estrellas tras de mi en el cielo
—Bebé —me dices— ¿Qué haces aquí? ¿Qué tienes?
—Me vengo a despedir de ti.
—¿Por qué?
—He decidido dejarte porque no me amas
—Amor, te equivocas —me dices llorosa.
—Me lo has dicho —te digo casi desapareciendo— en mi casa.
—Lo he pensado, me arrepiento —dices— Mira.
Quitas tu hermoso cuerpo de la ventana y dejas ver lo que habías estado haciendo
Plasmabas tus pensamientos en una carta
Una carta sincera
—Puedes irte —me dices—, pero no sin antes llevarte mis pensamientos y mi tristeza.
Pero no podía porque me maté para dejar mi propia tristeza en la tierra
Y ahora lo reflexionaba pero a la muerte pedirle perdón es imposible
—Si te vas, me voy contigo
—No puedes —decía la muerte—. No es tu turno.
—Me adelantaré pues mi amor estará en el cielo y no donde estoy.
—No, no, no es permitido, joven enamorada. Le he dado oportunidad de venir, pero no de
llevarte.
—Lo haré sea como sea —le dices a la misma muerte.
—Esta bien, si así lo desea, vendré por él después.
Dejé de sentir el frío de la muerte
Suena el teléfono en tu casa
—Vianey —dice mi madre— Se ha suicidado Ricardo.
—No señora —le dices contenta, ella se confunde—, no es así.
Le cuelgas
Mi mamá sorprendida de tu instantánea crueldad
Observa que me he levantado de mi muerte
Mi cuerpo reconstruido por la mano artística de Dios
—Hijo mío, hijo mío.
Yo la abrazo pero sin dejar de pensar en ti
En que me has vuelto a querer como yo lo deseaba
Momentos mas tarde la ambulancia llegó
—Váyanse —les dice mi madre— Ya no es necesario, la muerte se ha ido.
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