Una vez, un niño pequeño, con bastante inocencia, preguntó a su abuelo: oye abuelo; ¿Por qué las estrellas parecen pequeños pedazos de luz?, ¿Acaso, existen de veras?, y la Luna me parece como un queso pintado en el cielo, ¿Desde cuándo está ahí?
El abuelo consternado ante las grandes interrogantes del pequeño pupilo, Respondió; hijo mío, escoge una estrella, la que más te agrade, y luego piensa que esa luz lejana será la que guiará tu camino, hazla tu amiga, y cuando tengas algún problema, dialoga con ella, quizá te ayude a pensar y encontrar la mejor solución a tus dificultades… y si te es poco, observa el hermoso resplandor del cosmos, y mira con calma el brillo latente de nuestra hermosa luna, descubrirás entonces que si existen de verdad, y que son grandes obras creadas por Dios, una prueba de aprecio, un pincelazo más, un magnífico detalle hacia todos nosotros que situó en el obscuro firmamento, para que sean luz en nuestros toscos caminos.
CRISTIAN NAVARRO. “EL PROFESANTE DE LA PALABRA”
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