Quítate tu manto, Madre,
y envuélvelo despacito
para que sienta calor,
y del corazón, latidos.
Devuélvele la alegría,
ojos teñidos de invierno,
y broten las mil chispitas
que nos dirán de sus sueños.
Bésale los ojos, Madre,
con ternura y más afecto,
para enjugar esas lágrimas
y verse reflejado en ellos.
Y ámalo, Madre, ámalo
para que despierte nuevo,
sabiendo que tú lo ciñes
entre tus brazos, eternos.
Una foto, la que subió Joaquín (logan5) para acompañar su relato "Mi vida en el internado"... Unos ojos de hermoso niño, esa mirada de infinita tristeza hablando más que mil palabras e impactando mi alma , es el nacimiento de esta plegaria.
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