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- Como les decía, las imágenes más marcantes de mi adolescencia son hechos puntuales : ver y recordar a mi noviecita completamente desnuda en un motel de Reñaca, el haberme encontrado junto con mi padre entrando un arma de contrabando desde Argentina, y la imagen en la televisión que mostraba al presidente Salvador Allende hablando bajo un evidente exceso de copas en el cuerpo. Estas sean tal vez las imágenes más recurrentes. Aunque fuertemente marcada por la política, conseguíamos vivir. Fue una buena adolescencia para mi, porque tenía suerte con las muchachas y además que yo era muy diestro en la manera de manejarme con los demás, no como ahora de viejo, que estoy completamente perdido en el marazmo de las intenciones ajenas y sin tener la menor idea de qué es lo que quieren y qué es lo que motiva a los demás. Y aunque el día todo en aquella época los vivíamos en función a la política, hasta las elecciones de presidente de curso en el colegio, de forma obligatoria y sin ninguna posibilidad de excluirse, simplemente debido a que si no eras de un lado eras del otro. Nada de neutralidades. No había espacio para eso. Pero de cualquier forma cabe aclarar que lográbamos convivir con aquella situación medio absurda y también divertirnos, salir, bailar y por supuesto que enamorarnos con plena libertad, pues vaya reconocer que en ese tiempo no había restricciones de ningún tipo.

- El acusado debe remitirse a los hechos de la causa.

- Para allá voy, pero ni modo de remitirme a los hechos sin tratar de explicar el contexto en que ellos acontecieron, pues si no lo hago así, se corre el riesgo que se crea que el mío es un país de locos en el que que de la noche a la mañana nos comenzamos a matar unos con otros. Y no es así, mi señor, y mucho menos con este servidor metido entre medio. De cualquier modo vaya quedando establecido y muy claro que a ese caballero yo no lo maté. ¿ El general aquel que se encargó de racionar los alimentos ? No, yo no tengo idea alguna de qué aconteció con él. ¿ Por qué un general activo se prestaría para un cargo así ? Cierto, ese cuestionamiento no viene al caso. Bien, decía que cuando llegué a la edad adulta ya hacía rato mi país había perdido el juicio: las cosas enteras mal hechas, el gobierno no le achuntaba a una, estábamos más pobres que nunca, una sociedad recién dividida, agresiva y explosiva que utilizaba groserías y amenazas interminables de aqui para allá y de allá para aça. Los adultos en el congreso nacional y nosotros en la calle nos descalificábamos con palabrotas e insultos de grueso calibre, aparecían armas por todos lados, y a proósito, se veia que también trajo armas el Fidel Castro ese, que estuvo como un mes revolviéndola en el país , y hablaba yo recuerdo que hasta por los codos. Y bien lindo discurseaba por lo demás, y proponía el fin de la burguesía, es decir, nosotros, los que teníamos bicicleta para arriba. Por ahí existen fotos del ex presidente Allende disparando esos fusiles soviéticos : ¿ qué tipo de regalos es ese ? ¿ Un fusil ametralladora ? Claramente no es un presente para cazar conejos ni para usarlo en ninguna cacería, salvo alguna cacería humana que se estuviera fraguando, que de cualquier modo era lo que se esperaba.

- Acusado : remítase a los hechos de La causa, pues este tribunal no está aqui para escuchar sus experiencias de vida.

- Pero si no son las experiencias de mi vida, que para el caso ni siquiera a mi me interesan, es que sucede que si no consigo colocar las cosas en su debido contexto, por demás está que de aqui voy a salir como inculpado. Y con todo el tiempo que ha pasado me parece más injusto todavía. Si me tienen aquí en aprietos es porque han de haberme procurado abogados de izquierda, que son los que efectivamente piensan, y que doy por sentado a mi no querrán defenderme. Nada gano con agenciarme un abogado de derecha que me defienda, por que no me va a defender de nada. Ese lamentablemente es justamente el lado débil de ellos : no se les ocurre nada nuevo, simplemente son eso : tramitadores de causas. Bien,no quiero ser tan drástico, sólo me refiero a su orfandad intelectual, a la escasa capacidad que tienen para asentar sus convicciones, a su nula actividad de naturaleza utópica y también lúdica, a su grosera falta de sensibilidad. Quiero decir que un abogado de aquellos es el que podrá hacerce cargo de mi caso, que es inédito y como todos sabemos originado en una investigación intelectual que tardó muchos años em ser determinada, y que que logró configurar una suerte de delito exactamente hecho para calzárselo a un puñado de idiotas, entre los cuales por cierto que estoy yo. Y mi abogado lo atenderá, seguro, conjuntamente a una causa cualquiera de derechos de aguas o una de asuntos tributarios y ni se le arrugará el ceño. Menos se les arrugará para mandarme sus honorarios.En cambio los abogados de las víctimas, como son llamados, se han pasado más de treinta años preparando minusiosamente la mera cama donde nos van a acostar para vengarse de nosotros. Entonces no me canso de repetir que las cosas estaban muy revueltas por ese tiempo, la situación rayaba en el delirio nacional. Entonces en los tiempos actuales los hechos sucedidos podrán aparecer como fruto de una comedia de terror y sin base en una realidad que efectivamente existió y que es indesmentible. Imagínese que los grupos extremistas armados de ambos lados ya estaban metidos en eso de los atentados aleatorios con bombas colocadas en lugares insólitos y ya habían comenzado con los asesinatos selectivos. Eso yo lo recuerdo bien. Los ánimos estaban muy exaltados : puñetes e insultos en la cola para comprar pan, al día siguiente otra camorra en la fila de los cigarrillos, y ni hablar de las filas para conseguir gas licuado, que eran de lãs peores : como los cilindros eran pesados los fortachones comenzaban luego las provocaciones, nada más que para entretenerse. Ahí volaban las frasecitas : “estatizan las huevadas y se lo roban todo, comunistas tales por cual”...y ahí otro contestaba : “malditos burgueses, insensibles con la revolución popular. Ya verán los rastreros del imperialismo”, hasta que por cierto las cosas se Iban a las manos. Y así estábamos, esperando algún desenlace por que nadie podría decir que era posible vivir eternamente en semejante ambiente . Por eso fuimos a comprar un arma con mi padre, nada más que para defendernos el día que nos llegaran a matar. Nosotros éramos cristianos, de manera que ya estábamos identificados: eramos burgueses. Èl nunca había tenido un arma en sus manos, eso me consta, pero vale la idea para describir cómo estaban las cosas por aquel tiempo. Y a falta de logros concretos en materia de progreso y desarrollo del país,arreciaban los discursos, y el presidente no parecia um presidente sino que un mero candidato que protesta contra enemigos invisibles. Discursos cada vez más encendidos y llenos de odio hacia aquel grupo medio difuso inventado por ellos y conformados por creyentes, dueños de televisores y medio rubios que de seguro para ellos éramos los imperialistas y burgueses.. Y debe ser así, pues los estudiantes de economia marxista nunca se cansaban de pintar el muro de nuestra casa con insultos y provocaciones, como si así fuesen a conseguir alguna cosa para quién sabe. Ahora entiendo que esos estudiantes de economía centralizada eran bastante obvios, casi tan obvios como los estudiantes de filosofia y su alineamiento con la doctrina. Pero sobra reconocer quemás vacía era todavía su formación fundamental: la que aprende en su casa, aunque sea burguesa. Es decir, nada. Eso es lo que vas a encontrar una una casa de esas : nada. Tal vez podrás ver una puesta en escena sobre la vida feliz, simulaciones,tal vez algún barníz cultural: manejar algunos nombres de libros y alguna reseña, más serán capítulos nunca leídos, ideas jamás comprendidas. Verás la clásica convocación dominical a misa, un par de oraciones aprendidas de memoria, pero no hallarás nada sustancial, jamás. Ni ideas ni personas : solo encontraras generaciones y generaciones de moldes. De modo que que resulta fácil deducir que aquellos estudiantes eran presa fácil de los más pensadores, pues éstos simplemente rellenaban sacos vacíos. Puedo adelantar que les hacían creer que que ellos eran más sensibles a las causas sociales,a las injusticias, a la cultura, a la sabiduría, y muchos se tragaban el paquete de novedades enterito. Total, nadie en casa de ellos los podría orientar en ese sentido, nadie te va a decir, “ mira, hijo, debes siempre desconfiar de cualquier adoctrinamiento, de cualquiera repetición majadera de consignas, de cualquier héroe inventado. Deberás barrer con los hipócritas y mentirosos y además tu vida la darás al sano ejercicio de derribar mitos”. Una frase como esa que dije, escogida al azar por cierto, jamás la oirás en una casa burguesa.; ¿ Nos estamos entendiendo ?

Bien. Así transcurrían los dias en aquel tiempo cuando con un grupo de amigos nos fuimos a enterar de los nombres de los jóvenes que éramos llamados a cumplir con el servicio militar. Era ya cerca del fin de año, y sabíamos el dia exacto que los nombres de los sorteados para alistarse y sus números de identidad aparecían en grandes carteles de papeles que eran pegados en estaciones de tren, correos y comisarías. Fuimos a revisar todos los amigos juntos para notificarnos de quiénes habían sido sorteados para alistarse, el dia en que se había señalado, y por supuesto que mi nombre estaba ahí. Ni modo. Yo entré al ejército como soldado raso a finales del 72 o comienzos del año 1973, destacado en el Regimiento Coraceros de Viña del Mar. Ya cuando estaba bien instruído en cuanto a disparar con fusiles y ametralladoras, a pasar noches sin dormir, a descogotar enemigos, a obedecer y a quebrar ladrillos con golpes de karate, fue que el cause de los acontecimientos cambió. Recuerdo que en eso estabamos, sin mayores esperanzas, cuando una noche nos despertó mi sargento Demóstenes Pakarati con un aire algo más solemne que lo habitual. Pero nadie nos dijo nada. Lo único que me extrañó fue que ibamos camino hacia Santiago en un omnibus regular de pasajeros, en lugar de hacerlo encaramados en los camiones a los cuales estabamos acostumbrados. Entramos directo a la Alameda Bernardo O’Higgins y finalmente nos detuvimos en la calle Dieciocho. Se nos dio munición de verdad para nuestros fusiles suecos SIG 550 y mi sargento Demóstenes Pakarati nos dio las útimas instruciones : “ ahora estamos bajo las ordenes de mi general Javier Palacios, dijo, y nosotros vamos por la calle Morandé contribuyendo a desalojar el Palacio de La Moneda”. Después comenzó La balacera y terminamos parapetados en la azotea del Ministerio de Defensa para neutralizar el tiroteo enemigo que venía arreciando fundamentalmente tanto del Ministerio de Transportes como desde el Banco del Estado y desde muchos edifícios aledaños.. Ahí pude ver que la cosa iba en serio, pues se nos había unido el personal de la Fuerza Aérea, Armada, Carabineros y hasta la gente de Bomberos . El tiroteo iba bien entusiasmado de aquí para allá y de allá para acá, aunque por momentos se suspendía nuestra artillería para dar tiempo a otro asunto que yo no sé de qué se trataba y que ellos negociaban. Después se instalaron tanques allá abajo a pocos metros de la Moneda, y la fuerza aérea por su parte comenzó a lanzar sus cohetes contra el palacio de gobierno. Eso significaba que no había rendición todavía en la Moneda. Mi sargento Demóstenes Pakarati a varios nos señaló con el dedo, y bajamos con él hasta la Alameda en patrulla, tomamos Teatinos y luego entramos al palacio presidencial, que estaba ya entero en llamas, liderados por mi general Javier Palacios en persona. Bien pude haber terminado em cualquier parte del inmenso edificio, pero la Providencia quiso que yo fuera uno de los pocos en entrar hasta el gabinete del presidente Salvador Allende, que estaba muerto sentado en un sofá y con un fusil entre sus piernas. “ El susodicho se suicidó”, dijo alguien, y segundos después entramos al gabinete inmediatamente contiguo, y pude ver en el suelo, también presumiblemente muerto, a un oficial de la Fuerza Aérea, que yo no conocía ni de nombre, pero que sí, efectivamente, bien pudo ser el general Alberto Bachelet, el que estaba a cargo de la Junta Nacional de Abastecimiento y Control de Precios, según supe mucho tiempo más tarde. Después del asalto a La Moneda salimos rápidamente a parapetarnos y a esperar para enfrentar tropas rebeldes que venían desde los llamados cordones industriales. Nos seguían disparando francotiradores apostados en edificios contiguos, de modo que también nosotros respondimos el fuego. Ahí fue que mataron a mi amigo y también soldado Matías Balwin. Lo atravesó un tiro que al venir proyectado desde lo alto le hizo astillas la columna vertebral. Mi sargento Demóstenes Pakarati gritó cuanta puteada y media existe, apretó los dientes y disparó con mucha rabia hacia donde se suponía había salido la bala. Bueno, lo concreto es que nunca llegaron esas famosas tropas provenientes de los cordones industriales, ni los de las brigadas Ramona Parra, tampoco los de la Elmo Catalán, ni los del Vop, ni los GAP, ni los del MIR, ni los del MAPU, ni nadie. Esos fueron los que llegaron : nadie. Por el contrario, pasaron a la clandestinidad, mientras los mandamaces optaron por otro camino y se fueron a esconder a las embajadas. De modo que después del asalto, más precisamente al día siguiente del Te Deum de Acción de Gracias que se celebró en la Catedral Metropolitana, y en que formé parte de la custodia y vi en primera mano llegar a todos los representantes de las fuerzas armadas, los tres ex presidentes vivos en aquel tiempo, el Poder Judicial en pleno, casi todos los miembros del recientemente cerrado Congreso Nacional, representantes de todos los países occidentales, que celebraban a gritos el término de la experiencia nuestra, llegaron representantes de otras Iglesias, las colonias residentes, y por supuesto mucha gente común que yo no los reconocía. Luego de esa ceremonia religiosa fuimos mandados de vuelta a mi destacamento en Viña del Mar. Pues resultó que rápidamente fue decayendo la acción bélica frontal hasta que las acciones se fueron volcando hacia un marcado marcado esquema de inteligencia, y al mero hecho de encontrar a esta gente de grupos extremos y sus armamentos, explosivos y hasta su propaganda y literatura. Nos habíamos hechos del poder con poca resistencia. Hicimos allanamientos, persecuciones, custodias y acciones de seguridad, pero los famosos ejércitos guerrilleros ocultos no aparecieron jamás. Al menos no del modo contundente que se esperaba. Poco después de esos hechos acabó mi servicio militar, y pasé a dedicarme a mi profesión actual : yo soy taxidermista , y de los buenos, y francamente no le hallo pies ni cabeza al asunto éste que me vengan a preguntar estas cosas después que ya ha pasado toda una vida. Todo lo que le he dicho usted lo sabe, usted también lo vivió, de manera que a lo hecho, pecho, y vaya por favor poniéndole fin a ese exhorto, antes que me ponga a hablar demás y acabemos todos culpables.

Texto agregado el 30-09-2009, y leído por 143 visitantes. (0 votos)


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