Nuestras miradas se encontraron a
escondidas, sin permiso de tu alma
y la mía, el destino obstinado apostaba
no era coincidencia que tropezara de
repente con el impacto de tu sonrisa,
como me repongo, como descubro el
camino de retorno a mi antigua vida,
si me perdí cuando a escondidas tus
manos se toparon con las mías.

Ahora la existencia se me reduce a la
ansiedad de crear historias en los
diseños de manchas negras y grises de
los mosaicos del baño donde tu cara
parece estar en todos lados, regañando
a la volátil imaginación por tener el
valor de buscarte en quimeras efímeras,
en seguir los pasos del traicionero corazón,
el que en secreto hurtaste cuando al fin
nuestras bocas se unieron a escondidas
sin permiso de tu alma y la mía


SR.-