Una polilla revoloteaba en la ampolleta de la pequeña lámpara de velador junto a la cama donde se hallaba recostada Fernanda. La joven miraba absorta al pequeño insecto volador; sus piruetas iban y venían, el golpe de los aleteos sonaba en el silencio de su cuarto.
No quería cerrar los ojos; sabía que si lo hacía, cuando volviese a abrirlos, sería para prepararse para ir al registro civil a casarse.
Él no se lo pidió, ella no aceptó; sólo fue una decisión fría. "Estoy embarazada"-dijo ella después de que el test le diera positivo-. "Casémonos"-dijo él con su sentido de responsabilidad.
A ella le dolía tanto que las cosas fueran aconteciendo de esa manera; su sueño desde niña era aquel maravilloso día en que su amado le dijese: ¿quieres casarte conmigo?. Definitivamente no era ese deseo de mujer desesperada por hombre, no, era ese deseo romántico de ser amada.
Estaba muy segura que lo quería, pero no deseaba casarse de esa manera, así no; pero ahí estaba, a punto de cambiar su vida y sin saber si quería hacerlo.
Talvez sería mejor no comparecer ante el juez civil, mejor sería quedarse en cama.
El sueño la fue dominando y se dejó llevar.....