¿Nunca te hablé de Hilario? Hoy cuando pusiste ese tango de Gardel lo recordé y me dio pena. No fue amigo mío, pero supe siempre todo acerca de él. Lo llamaban Carlitos y casi nadie se acordaba de que su nombre era Hilario.
Era un cantante de poca monta. Se presentaba todas las noches en un
café del balneario.Tenía un talento especial para las
imitaciones y la que mejor se le daba era la de Carlos Gardel.
Idéntico, te juro, tenías que escucharlo, el público
se volvía loco con él, pataleaban y aplaudían gritando a coro ¡Carlitos Carlitos! y él, feliz, hinchado como un sapo, volvía a subir al escenario y se mandaba uno o dos bis, que casi
siempre eran Caminito y El día que me quieras.
No era muy alto tenía un cuerpo ágil pero no muy musculoso, sonreía con todos los dientes blanquísimos y desde que vio el éxito que tenía con las imitaciones de Gardel empezó
a engominarse y a usar un chambergo requintado.
Poco a poco fue entrándole el alma de Gardel al cuerpo, empezó por el cabello, siguió por el sombrero y terminó por un montón de detalles que iba agregando a medida que se posesionaba del personaje. Lo que le estaba sucediendo era pan de
psicólogos; se le había desenchufado el yo .
Llegó a asimilar y reproducir tantos rasgos del morocho, que se olvidó de quién era y respondía sólo si lo llamaban Carlos o Carlitos. Si te cuento que hasta se fue al Uruguay para seguir la trayectoria de Gardel, pero allí no tuvo suerte y
después se empecinó con viajar a París, por el
sólo gusto de volver…con la frente marchita y cantar con conocimiento de causa “mi…Buenos Aires querido…cuanto te volveré a
ver…
Pero nunca juntó los pesos suficientes para el viaje y siguió imitando a Gardel hasta que la voz lo traicionó a furia de tanto darle al falsete.
Poco a poco, fue envejeciendo y ya ni tenía para comer cuando la Perla, sabés , la madama de la casa de las “chicas”, que le había tomado cariño, le tuvo lástima y lo acomodó en una habitación. Por lo menos comía y tenía un techo sobre la cabeza. Murió hace un año.
Ya ni me acordaba de él pero te digo, ese tango me lo trajo a la memoria. ¡Pobre tipo! Pensar que hay más gente de la que uno cree, que no sabe qué hacer con su propia vida y vive una vida
prestada. Eso fue lo que le pasó a Carlitos, a Hilario quise decir.
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