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Esclavo
Negro y amenazador el cielo tiñe una tarde de primavera. Las enormes palomas que me rodean arrullan inquietas y en el banco de una plaza sigo siendo esclavo de tus caderas y preso de mi mente.
Si supieras las cosas que pienso cuando te recuerdo, tal vez no quiero que las sepas, pero no aguanto, ni me aguanto.
Para qué alejarme de ti, si no estás conmigo, para qué abrazarte si mis brazos están cansados y ya no aguanto ésta lejanía.
Si supieras las cosas que siento cuando me acerco a ti, si supieras que no aguanto las ganas de besarte, de tenerte.
Si estuvieras a mi lado dejaría de latir mi corazón (también quizás el tuyo) y no busco una explicación, simplemente porque no me aguanto ni te aguantas.
Le susurro a dos árboles entrelazados que la herida del abandono es difícil de cerrar, pero no quiero que regreses, aunque sé que nunca te fuiste.
Y me río de mi platonía, de mis nervios ante tu presencia, de mis destrezas de loco enamorado, pudiendo realmente ser feliz contigo porque te amo y no podría dejarte.
Luego de que las cartas marcaron tu nombre mi destino creó una duda y ahora no lograré entender los caprichos de tu corazón que hacen que no estes conmigo.
Llueve en ésta tarde de primavera y sigo siendo esclavo de tus caderas y preso de mi mente.
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Texto agregado el 28-09-2009, y leído por 143
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