El señor Rodríguez que todos los días madrugaba a las cinco de la mañana, porque a esa hora trabajaba y a las siete de la noche ya estaba, cansado y ojeroso, pero al final ese era el corre-corre de todos los días.
De tanto trabajo Sara le confiesa a su compañera que está enamorada de ese hombre y que es muy maravilloso.
Pasaron semanas tras semanas y ella se fué aquel día muy bien vestida. Rodríguez la miró con cara de alegría. Al instante la llamó y le confesó que por ella se moría. Hablaron y se dieron cuenta de lo que ambos sentían. Se ennoviaron y a los seis meses se casaron.
El señor Rodríguez renunció a su trabajo. Buscó otro nuevo empleo donde trabajara menos y ganara más. Ya no se veía ese cansancio en su rostro ni esa tristeza en su expresión, porque aquella mujer que lo tenía como un bebé lo cuidaba.
Ese es el final del señor Rodríguez: La Felicidad!

CONTINUARA