El jueves dije que me quedaba un fracaso aún en la semana. Seguro, uno oficial xD.
El concurso de talentos.
La verdad me sentía tan opaco que no supe ni siquiera que quería tocar.
Terminé eligiendo Lluvia, que antes de anoche tenía una muy buena opinión de mi parte, aunque fuera yo mismo su creador.
Fue chistoso. Dormí buena parte antes de que comenzara el primer bloque, y tirité de miedo la segunda parte, aunque también de frío. También es cierto, como dijo Feña, un buen amigo, una vez hace mucho, en el primer ensayo de PET que tuvimos, que ese frío antes de algo importante también eran nervios.
Como fuera, cuando me encontré frente a la clavinova, o clabinova, o como sea que se escriba, me di cuenta de que ya casi no me gustaba tocar.
Incluso con Ella, que era sin lugar a dudas uno de los instrumentos más bonitos y dulces que conociera.
Me sentí, dentro de todo, sumamente descorazonado. La última parte del viejo Joel... se había ido también.
Toqué. Si, si toqué, con bastante temblor en ambas manos, pero sobre todo en el pie derecho, que dejó- no, la verdad dejé- la escoba con el pedal de sustain.
No fue una buena versión de Lluvia.
Cuando terminé, no tuve tiempo de responder ninguna pregunta: pedro, el coordinador del concurso se había tomado demasiado en empezar, y ahora íbamos tarde. Muy tarde.
El juez que me evaluó fue Hugo Pereira, mi profesor de música que tuvo el descaro de decir que mi composición- si, quizás si notó que era mi composición- reflejaba el trabajo en clases, y se notaban claramente las construcciones de acordes, y el trabajo de escalas, aunque no estoy seguro si mencionó lo último o no.
como fuera, me sentí ofendido. En clases de música, mis compañeros que no saben música son incapaces de salir de ese estado. ¿Porque? porque el profesor no les enseña un carajo.
De todos modos, el tiempo-implacable enemigo, amenazador en cada esquina y lugar-no me permitió responderle. Quizás fuera mejor, porque podría haberme acriminado. No literalmente, claro.
Lo que sea.
Es obvio que con una presentación tan desastrosa no gané. Salí sexto a lo sumo, aunque no se si realmente saliera en ese lugar del concurso.
Lo que fuera, ganaron unas pequeñas que hacían baile entretenido, y que ninguno de los músicos más adultos consideramos una competencia real. Craso error, evidentemente.
Más adultos xD acabo de leer esa frase. ¡Más adultos! que diablos.
Bueno, finalmente, cuando el concurso terminó, y los participantes bajamos del escenario, un sujeto al que nunca en mi vida había visto me palmeó la espalda y me dijo " bien muchacho, bien".
Y esa es toda la razón de este texto.
En ese momento, por ridículo y sobre emocionado que parezca, me importó un carajo que mientras tocaba todos los niños pequeños conversaran y los adultos se concertarán más en callar a sus hijos que en oírme. o que mis padres no hubieran estado viéndome, ni mis compañeros, bastardos que no tuvieron la decencia de quedarse aunque estuvieron en el colegio, y pagar los miserables quinientos pesos (creo que eso si me molestó vagamente), o que Camila hubiera preferido reírse haciendo masa que estar con migo.
Lo que fuera, ese hombre me subió el ánimo.
un perfecto extraño que quizás notó que estaba solo, que me sentí frustrado por no ganar, que me esforcé en el escenario a pesar de todo, que me traicionaron los nervios...
o quizás...
que le gustó mi música.
Y si fuera esa la razón...
habría valido la pena.
Seguro que si.