De vuelta en la ciudad de la idolatría, esta vez, de paso, como un tren que hace una parada para repostar o como un paul Mcartney en el susurro de su anonimato. He paseado por las calles de esta ciudad buscando sus rincones mágicos. Ahora miro al cielo, la Dama duerme en el cuarto de al lado, la noche cerrada se entromete en la habitación a través de una ventana abierta. Con la luz de la luna se filtran recuerdos de aquel tiempo en que llamé a este lugar, tan extraño ahora mismo, mi ciudad.

Pasado el verano de las grandes aspiraciones escucho esos versos en Youtube: "donde quiera que voy... me llaman el extrangero" y extrangero me siento en esta tierra que hace tan poco tiempo me dio de comer en todos los sentidos en los que un hombre puede necesitar saciar el apetito, pero el tiempo y la distancia han dejado tras de mi una barrera que ahora se ve tan fina como ese eterno hilo del que penden las grandes cosas de la vida. Como si de la aguja de un tatuador se tratara esos recuerdos penetran en mi cabeza y la exprimen hasta llevarme a un insomnio total... me ire otra vez, para volver, para de nuevo irme, para de nuevo dejar cosas inconclusas en esta tierra de la idolatría, para de nuevo acompañar mi huida con un vals nunca bailado, para de nuevo sentir que hace tiempo que lo he olvidado, para de nuevo querer salir sin hacer ruido, para de nuevo nacer de las cenizas de este fenix cautivo.

Me ofreciste una vez un céntimo por mis pensamientos, aquella vez que no tenía ganas de hablar, aunque hablaba en gestos, bellos erizados, carne en estado de impotencia. Tan barato no me vendo, lo que pido se mide por mas que eso y por menos que nada. Tal vez alguien lo llamaría rescate, pero nadé por las cuevas de la idolatría rodeado de sombras y reflejos y tu fuiste de eso culpable, lejanía y a la vez pereza, cobardía y a la vez aspereza.

En fin, de nuevo me despido sin mostrar destinatario alguno, que quien quiera leer bien entender no quiera.

Sevilla, 27 de Septiembre de 2009