El tiempo pasa inevitablemente, hora tras hora sin saber nada de ti. Que triste esta mañana en la que el cielo me acompaña con las lágrimas que caen gota a gota recordando un amor imposible de alcanzar.
Me convertí en un juguete entre tus brazos, que tomabas a tu antojo… tu aventura, como lo dijiste el día que partiste mi corazón en mil pedazos.
Tal vez tienes razón, fui tu aventura… pero para mí fue mucho más que eso. Fuiste el calor de una pasión desbordante, mi fuerza cuando me sentía derrumbar y una sola palabra tuya me levantaba de nuevo. Fuiste tantas cosas, que hoy no concibo como pides que te olvide, que te saque de mi vida, que te borre de mi alma… Dime ¿cómo hacerlo?, si entre más trato de olvidarte más te recuerdo, más revivo cada instante en que fui tuya, sin reservas, sin miedos. Entregándome a tu cuerpo, en un suspiro, en un beso. En cada deseo loco que provocabas con una sola mirada, a veces mística, a veces tierna.
A tu lado aprendí a amar de tantas maneras, a ser tuya aún en la distancia, a hacer el amor con una mirada, sin un roce de tu cuerpo. Fui tuya de tantas formas, que aún no entiendo como pretendes que te olvide, si cada lugar, cada canción, cada poro de mi piel tiene tu aroma. Si cada parte de mi casa trae un recuerdo tuyo, de este amor loco que viví y que hoy se lleva el viento.
Como pretendes que te olvide, si mi corazón hoy te reclama, pide a gritos tu presencia, y me hace amarte así… de una nueva forma… en secreto y en silencio…
Te amaré por siempre, aún con el dolor de no tenerte.