Abrió los ojos y se dio cuenta que seguía vivo, recordó la noche anterior con sus excesos y frenesís de pasión y deseo; por un momento quiso tener la seguridad que estaba muerto pero la punzada de sus venas le hizo ver lo contrario. Como pudo se incorporó del suelo y se dirigió a la ventana, la lluvia continuaba su pelea con el pavimento mientras que en su cuarto el olor a tequila le hacia voltear su cabeza hacia la mesa en donde aun derramaba ese elixir que los dioses mexicanos habían creado.
¿Acaso lo soñé? Se preguntaba, era una madeja de ideas e imágenes dispersas e integradas a la vez que ni el mismo Dalí en todo su genio hubiese podido concebir, tan solo recordaba los espasmos y gemidos de su pareja o ¿sus parejas?, no lo recordaba, tan solo los condones tirados en el piso le hacían ver que no había estado solo esa noche.
Miró el reloj, el tiempo comía con frenesí los minutos y las horas se iban haciendo flacas, sin embargo el día apenas estaba naciendo. Demasiada sangre en su sistema alcohólico, la cabeza se fragmentaba y se unía para después caer en un vacío, la resaca venía a cobrarle la factura de sus excesos.
La lluvia replegaba filas, había perdido la batalla y se retiraba a preparar una mejor estrategia, un motivo que celebró Fernando pues ahora podía salir a investigar todo acerca de la noche. Se marchó y con el sus fantasmas.
Mientras recorría las calles venían a él fragmentos de imágenes, cuerpos voluptuosos moviéndose sobre él cual si fueran serpientes zigzagueando en las dunas del desierto o bailando al compás de un flautista Hindú; manos que tocaban su cuerpo, gemidos, lamentos y descorche de cervezas y tequila mezclados con risas y música.
Nosferatu… algo así se sentía, la palidez de su rostro contrastaba con el rojo de los semáforos, aun no sabia hacia donde empezar su búsqueda de la verdad; un par de ojos verdes le vinieron a la mente al igual que unos pechos medianos que le hacían recordar que al menos había sido una mujer con la que compartió la noche pero, ¿Quién era?
¿Acaso lo soñé? Se volvía a preguntar, si había sido cierto entonces estaba seguro que la noche la había compartido con un ángel o una bestia porque el cuerpo adolorido y las marcas en su pecho y la sensación que aún sentía debajo de su vientre le aseguraban que había sido un encuentro espectacular y digno de la admiración de Dionisio.
Eva… Eva… un murmullo en su mente pronunciaba ese nombre - me llamo Eva- recordó de repente esa frase, quien mejor que alguien que lleve ese nombre para hacer pecar a gusto.
Eva, ahora tenía su nombre, faltaba el pequeño detalle de la dirección.
Fernando desistió continuar con la búsqueda, no deseaba que le sucediera lo que apenas unos meses atrás de había sucedido a su hermana Raquel, vaya historia, ¡ pensar que su hermana se había vuelto casi loca buscando a un tal AbdelSalam para que al final solo le diera una chamarrita insignificante, no, el no podía hacer lo mismo, ella era una niña, el un hombre de 22 años. Así que mejor decidió ir de nuevo a su casa y con él sus fantasmas, retomar fuerzas y descansar la resaca. EVA, pronunció en voz alta, quizás otra noche de tequila bastaría para traerla de nuevo a su mente o mejor dicho, a su cama y volver a disfrutar de su pareja o ¿parejas? Las nubes amenazaban con llorar de nuevo, mejor volver.
Entró en su habitación y el olor del sexo aun seguía impregnado en las paredes, se combinaba con el olor de tequila y cerveza, una imagen de curvas y montes se apoderó de su mente, jadeos y gemidos, -me llamo Eva- volvieron a sonar en su mente las palabras, tomaban forma, el rompecabezas se iba armando, mas no así las ideas que seguían jugando al escondite. Se recostó y se quedo dormido, quizás en unas horas despertaría y se preguntaría ¿Acaso lo soñé?. La lluvia empezaba la batalla contra el pavimento, el cerró los ojos y empezó a soñar en que moría pero la punzada en sus venas le hicieron ver lo contrario…