Carlos era uno de esos defraudadores que nomas les gusta chingar a quien se les cruce, este tipo llevaba engañando a los habitantes de mi pueblito desde hacía mucho tiempo, disque les vendía terrenos a unos pobres señores, pero las tierras ni eran suyas, si que tenia labia el carajo.
Una tarde le tocó a la pobre Josefina Clemente, una viudita que vivía muy lejos del pueblo, este canalla le ofreció un terreno con todo y casa, era la de Pedro Suarez, un señor que se había ido pal otro lado y estaba construyendo su casa pa cuando se regresara, pobrecita doña Josefina, le entregó todo el dinero que habían juntado su marido y ella, desde mucho tiempo atrás, hasta vendió su puerquillo pa ajustar lo que le pedía el chingao Carlos.
Todo iba de maravilla para Carlos, el cabrón pensaba irse con todo el dinero de la gente, vivía en una casa muy bonita, cerca de la capital, se había casado una vez, pero se separó porque ya no se llevaban bien, había muchos pleitos, Patricia quería hijos y Carlos no, ella decidió irse con su familia a Puebla y Carlos se quedó con la casa, o algo así cuentan por acá.
Una noche vi que se subió a un taxi y nadie volvió a saber se él, según la policía ningún taxi afirmó haber llevado a Carlos Ramírez esa noche, unos dicen que los que se dieron cuenta del fraude lo secuestraron y mataron, otros dicen que sus compas narcos lo llevaron hasta la frontera en ese taxi, pero pa mí que no hay de otra, se lo tragó la tierra.