Fuera del vacío permanente que se apoderó de las creencias. Vacío, fe de muchos que le temen al dolor. En secretas lenguas tu me hablas y mis huesos se estremecen, ante la pureza, perfección del mal proferido a tu voz.
Si el vacío fe de tantos que le temen a la muerte, te transforma en Serpiente. Si el odio de Mil Ojos (delirio de poder y grandeza), te encadena al suelo, donde tu lames con deseo mi lasciva tentación. Yo recojo de la implacable devoción del Magno Espíritu concebido en ti, el pecado, convirtiendo el valle de lágrimas en que mi cansancio camina, para devolverte las alas y liberarte de tu carnal prisión, a través de mi propia carne, a través de mi sangre y mi placer.
Fuera del vacío permanente que la culpa transforma en fe. Lejos del perpetuo odio de un dios que ama, castiga y sangra en la cruz de madera. Ante Mil Ojos y en mis manos, seguido de mi piel, te revelas como la Gloria y gracia de mi ánima humana, Serpiente, en mí, eterna comunión, como el Santo y Eterno espíritu de Dios.
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