En la penumbra del anochecer detengo mi inquieto caminar dentro de mí habitación frente al espejo cuajado de leve luz y sombras. Juntos vamos por el Parque Forestal saboreando un exquisito helado después de disfrutar un romántica pelicula en un cine central, el paisaje es hermoso y un aroma suave.
La falda de mí vestido celeste danza con la brisa otoñal. Siento tu mano en la mía, percibo tu fresco aliento en mí cabello, en mí frente,diviso tu piel tersa, tu pelo y ojos cataños y vuelves a darme tu conocida sonrisa. Siempre a mí lado, tu andar liviano y silente. Anhelo oír tu voz en mí oído. -¿Por qué no me hablas?
Poseo tanta dicha acumulada en mí alma y mí rostro busca tu hombro, como siempre, para sentirme amada, segura. Acaricias mi cabello oscuro y repentinamente me coges de la cintura y plena de ternura me vuelvo hacia tí y desapareces, mí amor.

La oscuridad se torna más densa y un aguacero se desliza por mis mejillas.

Silvia Parra Baeza.