Hay algo que los diputados y senadores aún no han entendido en este México:
• Que son representantes del pueblo y no de sí mismos.
• Que las asambleas son para llegar a acuerdos no para lucirse en los medios.
• Que hacer trampa en las elecciones no lo vuelve para nada confiable.
• Que postular a su esposa para que luego le ceda el puesto es una vergüenza y falta de ética para su partido.
• Que el pueblo los eligió para negociar no para que hagan de payasos.
• Que nunca tendrán éxito aquellas propuestas que obedecen a intereses individuales y no comunitarios.
• Que estamos en crisis económica, social y política y ellos siguen haciendo estupideces.
• Que la inteligencia emocional y la diplomacia logran más que los insultos y los plantones.
• Que nadie en este país cree en ellos, es más creíble lo que dice “Juanito”.
• Que esos miles que ganan al año no son para que hagan de la cámara un circo sino un lugar de trabajo.
• Que nos da lo mismo lo que digan, no vemos la diferencia en nuestros bolsillos.
• Que pueden criticar lo que quieran, no vemos la diferencia en nuestra seguridad.
• Que por cada ausencia suya en las asambleas, el país se hunde más en la mediocridad y la ineficacia.
• Que son el ejemplo para muchos mexicanos, y de ellos hemos aprendido sólo una cosa: un diputado es cualquier pelado que haga a un lado toda clase de valores, mientras sea popular por sus escándalos.
¡Qué pena, señores!