El vientre de la palabra progresivamente había ido aumentando de tamaño con el correr de las sílabas. Apenas podía pronunciarse con normalidad por lo que la misma había adoptado una postura pasiva hasta que el accidente gramatical del parto deviniese en forma regular.
De un modo potencial sabía lo que le ocurriría llegado el caso y entonces se le antojó imperativo ser lo bastante reflexiva para no caer en las adjetivaciones abyectas de las que sería objeto directo por parte de las demás.
El sujeto directo que era responsable de su abultada condición había predicado en reiteradas ocasiones la necesidad de un futuro matrimonio, aunque imperfecto, mas acabó articulando una verborragia indeterminada con fuerte acento prosódico para hacerse lo más abstracto que pudo…
Sola, triste y abandonada, la pobre palabra engañada fue finalmente madre generadora de un montón de palabrotas adecuadas a su situación, las cuáles son difícilmente aceptadas en la mayoría de los textos por ser irreproducibles.-
Texto agregado el 25-09-2009, y leído por 159
visitantes. (3 votos)