14 Sep. 09
Con una horrible mueca plástica en el rostro, la luz que decoraba la barba de Dios, partió, perezosa y flácida, urgida de almas que devorar, en su insaciable y voraz apetito, de estrella que se apaga.
Llego a la oscuridad del espacio, en que habitan las deidades de las letras, y fue vorazmente, por todos consumida, escrita, reflejada, descrita y por si fuera poco, declamada y ofrendada a los pies de los amantes.
Perpleja, y huyendo de la romántica locura, quiso esconder su rostro, confundido entre los ocres y los sienas, pero fue entonces que convirtiose, en alimento de hambrientos pinceles, y fragmentos de colores extraídos de su piel, se impregnaron en los lienzos y fueron expuestos a los ojos del mundo.
En su afán de escapar, de la codicia del arte y de los hombres, fue historia y fue numero, fue planeta, planta, mascota y núcleo, fue alimento de corazones y de pobres, fue la risa del niño y la lágrima del viejo, fue escuela y fue desgracia, fue avaricia, fue oro, diamante y fue carbón y al final, fue vendida al mayor postor.
Fue aclamada, vitoreada, pisoteada y criticada, racionada, juzgada y encerrada, liberada mil veces, y mil veces marcada para morir, fue asesina y asesinada, fue patriota y fue traición, fue el argumento mas vacuo del corazon del político, y habito en las mansiones construidas, en la punta de las balas.
Pero eso si, por sobre todas las cosas, por encima del dolor, de la furia, la destreza, la codicia, la inmundicia y la muerte, la alegria y el amor, los colores y la guerra, los poemas y las matemáticas furtivas, por encima de ti y de mi, de los traficantes de sueños, y los románticos suicidas, por encima de Jerusalén y los lejanos rincones de Alá.
Después de pasar, por aquel mas allá o un mas acá, de filtrarse de humos, sacudirse de tormentos, leerse cada nota del muro de los lamentos, auto inducirse y argumentarse, calibrarse en probetas, eutanasias y células madres, navegar las tormentas de los siglos y ser, por los mismos, de los mismos, amen... Fue vida.
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