Quedamos de vernos como a las 5 de la tarde enmedio de esa calle vieja y descolorida, espero no tarde mucho porque no me gusta esperar.
Estoy enmedio del boulevard frente a un edificio de gobierno sentada en una banquita corroida y de color gris claro, que está en el centro de un parque pequeño y con mucha gente, son las 5 en punto, por lo que me dedico a observar a mi alrededor.
Hay heladeros, gente que vende chatarras y estudiantes que pasean de un lado a otro tomados de la mano de su primer amor.
Situación inhumana es la espera, son las 5:15, no se como haré para apresurar los segundos, como hacer que la cuarta dimensión sea un campo atravesable. Pasan las personas y me miran con interrogante, como preguntándose ¿Que diablos hago ahi....? Maldición!
Un minuto me ahoga... ¿que haré con los demás?
Tiempo antagónico, hoy me sobras!, hoy me asfixias! y me dejas aqui sentada sin piedad.
Decido la auto-tortura porque no me pienso mover sin verlo, pero... ¿que será de mi al no concluir la mortal espera?
¡Dios mio! Aun no llega, 5:30 de la tarde, los empleados salen de sus oficinas alegres, corren a sus autobuses y no pierden un solo instante para perderse entre las calles.
La última gota del vaso roto de mi paciencia se derramó sobre una cajetilla de cigarros vacía. Me harto de mi propio pie que no deja de moverse, lo hace como con decisión y voluntad propia. Comienzo una paranoia demencial.
Maldita puerta del tiempo!!, 5:40 y sigo aqui, nadie llama, nadie se aparece.
Quiero verlo y sencillamente por eso: Estoy condenada a quedarme aqui |