Dedicado a los niños de Zaire. Y a guy.
Disculpe, jefe, ¿me da fuego? Gracias. Sí, sí, ¿quiere una seca? Es faso paraguayo, muy rico. Ah, no, si no fuma no se asuste; es más sano que el té. Se me fue justito el bondi. Menos mal que usted tenía fuego. Linda noche, jefe, ¿no cierto? Muy rico faso. Para nada, jefe, qué va. Es peor el tema del agua; este país es de locos. ¿El agua? Es muy simple: el agua es una mierda. La gente va y compra agua mineral. Una boludez, jefe. Claro, mire qué fácil que se las arreglan: como el agua tiene gusto a petroquímica, la gente compra botellas. Si usted se pone a pensar, sería mejor que el gobierno hiciera algo; no sé, que llamen por teléfono a los del agua y les digan que cómo puede ser que el agua de la canilla no se pueda tomar, que entonces la regalen. Porque no jodamos, el agua la cobran. Ah, ¿vio? Éste es un país de pelotudos. Pero claro, claro; el gobierno se ocupa de la marihuana y no se puede fumar tabaco en el bar. No, si estamos todos locos. Uy, ¿Vio el murciélago? Ahí, en aquella rama. No se asuste. No lo ve. Hay cosas que no vemos en este país. Qué buen murciélago, ¿no? ¡jua jua jua! Son invisibles ¡jua jua jua! ¿Qué? ¿que el murciélago no ve? ¡jua jua jua! No diga pavadas, jefe. Usted no lo ve, pero el animal está ahí. Es muy fácil acusar de ciego a un bicho que uno no ve, ¡jua jua jua! ¡porque usted no lo ve! Mire, si ahora pasa uno vendiendo anteojos, ¿quién debería comprarlos? ¿usted o el bicho? ¡jua jua jua! No, y seguimos comprando agua embotellada; ¡somos todos tarados, jua jua jua!
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