DOS HEROES COJONUDOS
La Guerra con Chile, la infausta “Guerra del Pacifico”, produjo como toda guerra lo hace, la mas negra de las catastrofes al Peru, su debacle economico, social y espiritual, pero junto con eso, como la otra cara de la moneda, la guerra en su aspecto noble si cabe la expresion, avivo espiritus heroicos que supieron darlo todo en el momento del sacrificio por la patria.
A muchos de esos heroes los conocemos, sus hechos heroicos y sus vidas ejemplares nos son imbuidos desde pequenos en las escuelas, la sociedad los venera, bustos y estatuas los muestran idealizados y marmoreos o broncineos adornando plazas, parques y edificios publicos, hombres marciales cantan sus alabanzas en instituciones castrenses, dias festivos conmemoran sus nacimientos, muertes o epicas batallas en las que participaron.
Pero a algunos de ellos no los conocemos tanto, tan solo sabemos por referencia que una calle o un pueblo lleva su nombre, y a otros la historia los ha maquillado, para convertirlos en las ilustraciones solemnes de los libros de texto de historia.
Tal es el caso de los dos fantasticos heroes de los que leeremos a continuacion, recogiendo anecdotas recogidas por cronistas, eruditos y la voz del pueblo llano, versiones en las que se entrelazan el mito, el autentico dato historico y el vulgar chascarillo.\
LOS HUEVOS DE ACERO DEL CORONEL ALBARRACIN
El Coronel Gregorio Albarracin, ya era un veterano curtido en batallas cuando la invasion chilena llega a nuestro pais, habia participado en las guerras intestinas de comienzos de nuestra vida republicana.
Hombre decidido y valiente, natural de Tacna, se habia alistado a la defensa de la ciudad con un grupo de hombres leales, adictos a el, duchos en el combate.
En la batalla del Alto de la Alianza se le veia ya por el flanco derecho, ya por el izquierdo, atacando con la fiereza de un centauto-titan.
Al grito de – Albarraciiinn!!!- Los Chilenos huian en pavor y desbande.
Gregorio Albarracin era un hombre muy alto, extremadamente solido y fornido, de baraba negra, espesa e hirsuta que le llegaba hasta el pecho.
Cuentan testigos presenciales, que en el medio del fragor cruento de la batalla, Albarracin habia perdido su lanza, con la que en un arranque de brutal poder, habia atravesado a dos chilenos al mismo tiempo, como si fuesen un anticucho a la chilena.
Ante la impotencia de haber perdido su lanza y agotado sus municiones, y con el furor demencial de Ares en los ojos, Albarracin tomo con uno de sus brazos de acero a un soldado chileno que le asediaba, y lo hizo girar como un molinete por encima de sus cabeza, para luego arrojarlo como una piedra contra un contingente enemigo que se disponia a darle caza.
Pese a que la batalla fue perdida, nadie oso atacar a un Albarracinn que se tuvo que batir en retirada bajo ordenes superiores, con la amargura de la derrota.
Pero Albarracin no era un hombre que se pudiera doblegar, asi que juntando a sus hombres leales, organizo una montonera, un batallon temible que hostigaba al invasor en las serranias y los parajes desolados.
Las fuerzas invasoras habian sufrido muchos estragos y bajas por el indomable Albarracin, asi que se dispusieron a darle caza vivo o muerto, para lo cual no escatimaron ningun recurso o esfuerzo.
Albarracin empero, era escurridizo, golpeaba y desaparecia como un demonio de la noche.
Quienes conocieron al Coronel Albarracin, dicen que era un hombre afable y jocoso, de voz de hierro, gustaba de la camaraderia de los hombres del campo, de las fiestas patronales, de los deliciosos picantes del sur del Peru, que comia opiparamente, y del pisco peruano, que bebia en un gran vaso, como si de agua se tratara.
Tambien eran proverbiales, asi como sus hazanas guerreras, sus proezas en el talamo, prueba de lo cual fueron sus numerosos vastagos esparcidos en el sur del peru.
Cuentan que hallandose fugitivo, se habia refugiado en un rancho alejado en la bella campina Arequipena, en la que el guerrero reposaba en un gran camastro, acompanado de dos bellas jovencitas.
En la rustica habitacion, aun se percibia el vaho y los rezagos de una noche de lujuria, botellas de pisco vacias en el piso, y las dos jovencitas extenuadas y desnudas durmiendo sobre el inmenso pecho, velludo y musculoso del titan.
Cuando de pronto, el reposo del guerrero y las ninfas fue interrumpido por el subito tronar de una puerta tumbada de un empellon feroz .
Cuatro temibles soldados chilenos, armados hasta los dientes, apuntaban hacia nuestro heroe con las bayonetas caladas.
-Rindase Coronel Albarracin! perro culiao!.
El titan se alzo como un oso de la cordillera, completamente desnudo.
Se dice que el hombre ante una situacion limite de desesperacion es capaz de acciones imposibles, pero tambien hay un limite, y la defensa del Copronel Albarracin tuvo mas de sobrenatural, y a nosotros nos ha llegado el testimonio de las jovencitas de ese entonces, mas tarde serias y respetables matronas, que contaron el suceso tal como lo vieron al cronista acucioso.
El Coronel Albarracin, en la ausencia de otras armas, se defendio de los cuatro atacantes con su mienbro viril, los aporreo brutalmente, haciendolos huir despavoridos y malheridos.
La declaracion nos ha llegado asi, y textualmente reproduzco una oracion de ella:
“ –El Coronel Albarracin los chanco con su pichula...”
Muchos dudan de la veracidad del hecho, que se presta a muchas conjeturas.
Hay quienes afirman que “pichula” o “verga” puede referirse tambien a un latigo o porra fabricada con el mienbro viril de un toro o un burro, que una vez seca y preparada, puede ser usada como un arma contundente.
Aunque los comentarios sonrojados de una de las testigos presenciales, afirman que, en efecto, el Coronel Albarracin poseia un mienbro viril de dimensiones y fuerza espectaculares. Asi la testigo afirmo haber visto al Coronel Albarracin, elevar del suelo una mesa de roble usando solo la fuerza de su mienbro viril.
Sea como haya sido, El Coronel Albarracin queda en nuestras memorias, como el arquetipo de la virilidad, representando el lado bestial de la naturaleza masculina, semidios de la guerra y la fertilidad, un dios que en el frenesi de la ira, aplasta a su enemigo con la sola fuerza de su falo.
LAS NALGAS DE HIERRO DE MARIANO DE LOS SANTOS
Un valiente soldado argentino que habia llegado con el Libertador Generalisimo Jose de San martin, decide establecerse en la bella ciudad del Cuzco tras haber cumplido con su tarea por nuestra Patria. En un bello Valle de la Capital del Tahuantinsuyo, conoce a una linda Cuzquena, hacendosa y se casa con ella, al poco tiempo nace un hermoso nino al que llamaron Mariano.
Mariano tenia el caracter marcial y disciplinado de su padre, todo un valiente, pero tambien tenia la profunda sensibilidad de su madre, asi entre sus padres que fueron su adoracion y la mayor influencia de su vida, mariano fue creciendo, convirtiendose en un adolescente de belleza casi androgina, su madre le hizo apreciar la belleza de las flores y los cultivos de los valles, y su padre le ensenaria a usar un sable como un verdadero guerrero espartano y a montar a caballo como un centauro.
Durante su primera juventud, Mariano se debatio entre sus dos vocaciones, por un lado su alma sensible y contemplativa sentia el llamado sereno de la iglesia, y por el otro su sangre le llamaba a seguir los pasos heroicos de su padre.
Su padre estuvo muy alegre cuando su unico hijo varon, decide ingresar a la Guardia Civil del Peru, En la guardia civil Mariano de los Santos fue un modelo de disciplina y tenacidad.
Sus companeros le estimaban, era un buen camarada, y aunque bromeaban con el por su caracter disciplinado, poco amigo de las fiestas y las diversiones de su edad juvenil, pues no le conocian amante o aventurillas pecaminosas, le llamaban ‘El cura”, aunque siempre le tenian el mayor respeto.
Asi cuando estallo la guerra con chile, Mariano fue llamado al servicio activo, y en las primeras acciones dio prueba de su valor. Mariano servia bajo las ordenes del Coronel Bolognesi, aquel viejo veterano del ejercito Peruano, y estuvo con el presente en la gloriosa jornada de Tarapaca.
Las Fuerzas chilenas se habian posesionado de las alturas de Tarapaca, y el Coronel Bolognesi comandaba el batallon que se lanzo al asalto de las alturas donde se parapetaba el enemigo.
Fue una carrera endiablada, corriendo cuesta arriba entre el fuego mortifero de la artilleria Chilena que causaba estragos, en el batallon Mariano avanzaba resuelto, como un heroe incontenible.
El asalto fue temible, los chilenos se defendian con ferocidad, por un momento las huestes peruanas dudaron que el objetivo pudiera ser alcanzado, pero un hecho cambiaria la faz de los acontecimientos.
Un joven guardia civil, se lanzo solo contra un parapeto erizado de enemigos, sus companeros estaban estupefactos y no podian creer tamana temeridad, el jovencito salto como un demonio entre los disparos y atraveso con su sable al abanderado principal del reducto chileno, capturando la ensena principal de las fuerzas chilenas , para luego mostrarla al viento y azuzar a sus companeros al asalto final.
Encima del parapeto, el guardia Mariano de los Santos era un semidios de la guerra, era Aquiles azuzando a los aqueos al combate. Lo que siguio despues es historia conocida, el asalto peruano fue incontenible y los chilenos huyeron en desbande total.
La jornada gloriosa de Tarapaca vio al joven guardia Mariano de los Santos ascendido a Alferez, aunque la victoria no trajo muchos frutos, ya que la historia nos cuenta que la posicion de Tarapaca no pudo ser conservada y las fuerzas peruanas del sur al final tuvieron que jugarse su ultima carta de resistencia en Arica.
Mariano de los Santos habia seguido a su coronel hasta el final, y en Arica, sabedores que tenian una posicion deseperada, los heroicos defensores decidieron permanecer ahi, “hasta quemar el ultimo cartucho...”
En el morro, tras varios dias de valerosa resistencia, se sabia que el asalto final se avecinaba, y que eran impotentes ante la superioridad numerica y poder de fuego del enemigo.
Aquel 7 de junio Mariano de los Santos era el abanderado de su reducto, ese dia vio a los chilenos estrellarse contra la reistencia de sus bravos defensores, para despues abrumarlos con su superioridad. En el momento de la resistencia final, se peleaba con desesperacion, agotadas las municiones, se peleaba cuerpo a cuerpo a sable y bayoneta. Mariano se vio en un momento arrinconado contra un acantilado, sujetando con una mano la bandera y la otra su sable tinto en sangre chilena, estaba completamente rodeado, lleno de heridas y fatigado. A su alrededor yacian los cadaveres de sus companeros, estaba solo.
El oficial chileno lo conmino a rendirse, Mariano lo nego rotundamente, preferia morir peleando.
-Esta bien chico, te vamos a perdonar la vida y dejarte ir, pero vas a tener que entregarnos la bandera, que ese va a ser nuestro trofeo de guerra-
Mariano se nego nuevamente, su rostro bello parecia encendido por la pasion guerrera, un sargento de rostro vulgar y abyecto se dirigio hacia el oficial y le dijo algo al oido, el oficial sonrio diabolicamente...
- Mira, vamos a hacer una cosa, si no quieres entregar la bandera no te vamos a matar y quitartela, que seria lo mas facil, ni capturarte, solo te vamos a violar...-
El Sargento y la tropa solto una risotada, el ofical se encogio de hombros, y se fue dejando la suerte del joven peruano a su discrecion, Mariano se quedo pensativo.
Su muerte no podia impedir la ultima humillacion a la sagrada bandera, asi que si la humillacion de su cuerpo hiba a impedir aquella ignominia, estaba dispuesto a enfrentarla.
-Lo hare si dan su palabra de honor de soldados y jurais por vuestra patria que no tomareis este bandera-
El sargento dejo escapar un gesto lujurioso de sus labos toscos, y murmuro meneando la cabeza.
-Asi sea-
El sargento bestial y sus 20 soldados ebrios de triunfo, profanaron las nalgas del joven heroe, que resistio heroicamente sin dejar escapar ni un grito, ni un quejido, los acantilados solo repetian el eco de las risotadas y los gemidos de los violadores.
Y asi se fueron dejando al heroe casi por muerto, a los pocos dias fue rescatado, aun abrazado a su bandera, que no habia abandonado ni aun durante la peor de las torturas y las ignominias.
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