EL CARGAMENTO
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Sobre la cuesta estaba el Anciano con su cargamento de Historia, ellos lo vieron al internarse en su aventura y lo dejaron morir sobre el camino sin ofrecerle un puño de agua. Se sus hombros viejos y vencidos cayó aquel cargamento, rodó por la greda hasta las tierras fértiles, pero las halló ocupadas. Y fue entonces a refugiarse en el cascabel de una serpiente.

Los hijos de aquellos aventureros huyeron ante su presencia. Sólo uno de ellos se le acercó y al ser mordido, cayó en el sueño del veneno. Un sinnúmero de imágenes antiguas danzaron en su contorno. Una le decía :

———Las aguas cubrieron mis tierras y sólo quedó el pico más alto con tres sobrevivientes.

Otra giraba a su alrededor luciendo una capa roja.

——Fuimos cuatro hermanos y edificamos un gran imperio. Las cumbres nevadas andinas cuentan de nuestro pasado.

La tercera también le habló :

——Yo soy Tamandaré el que flotó sobre el yatay cuando vino el gran diluvio… Y luego repoblé.

La cuarta así se expresó :

——Vinimos de la ciudad de Aztlán navegando por el océano y la reconstruimos en tierra distinta. Pero el nuevo suelo cede y cede, como nosotros cedimos ante los invasores.

Las figuras se alejaban mientras las fiebre venenosa le hacía recorrer valles y bosques, selvas tropicales y lagos helados, árboles petrificados e inmensas pampas… Luego pudo contemplar la belleza de múltiples construcciones. Casas, templos y pircas. Ciudades circulares y cuadradas. Pinturas y cacharrería. Asistió a festejos y danzas.

——¿Ves?— le dijo el Sol —¿Ves la obra de mis hijos? ¿Ves cuánto me quieren? Pues sólo estás viendo la piel material de esa obra. Tendrás que caminar mucho más para descubrir la sabiduría de origen.

El Sol se ocultó detrás de la luna en un profundo eclipse y la hermosa Dama del cielo rodeándolo con su velo blanco, depositóle un beso suave y profundo entre sus ojos afiebrados. Fue en ese momento cuando sintióse levantado por manos humanas. Un coro de lamentos captaron sus oídos y pudo escuchar cerca suyo, el canto acongojado de los chilicotes.

Los padres y hermanos rodearon con dolor al moribundo y él quiso hablarles. Quiso contarles lo que había visto, lo que escuchara, lo que había recorrido, lo que ellos ignoraban . Pero la fiebre venenosa le impidió hacerlo y se lo llevó por los caminos de la muerte.

——No sabrán … No sabrán— se lamentaba

Mientras avanzaba sin desearlo en dirección al infinito, iba divagando en su mente con pensamientos que lo transportaban hacia aquel escenario perdido hacía varios siglos. En su tristeza impotente al no poder hablarles, hizo un nuevo esfuerzo para retornar volviendo su rostro. Pero ráfagas violentas de manos invisibles le hicieron continuar aquel extraño sendero.

Creyó ver a la Luna, a Quilla la hermosa, aquella dama que lo besara entre sus brazos de tul blanco. Creyó ver al Sol, al Inti luminoso, sonriéndole. Creyó ver a una señora de voz pausada y sobria, la serena Pachamama … Pero estaba solo.

——Ni lágrimas tengo. Mi sequedad es completa— dijo para sí

——Pero tu vacío no se halla dentro tuyo. Está allá afuera en ese mundo dominante y bélico de donde vienes— le contestó una voz

Era la voz del Anciano quien habíase acercado a él, cuando escuchó su lamento. Y lo tomó de la mano llevándolo consigo.

——¿Quién eres? No brillas como Inti, no adornas como Quilla, no hablas como Pachamama.

——Yo soy quien mandó buscarte— díjole con suma sequedad el viejo

——¿Me ayudarás a volver para hablarles?

——No. Yo sólo te ayudaré a hallar el cargamento, entonces volverás por tu medio. Y luego todos juntos con nuevas caras, forjarán otro histórico cargamento.

El alejarse niño y anciano, una estela de luz íbase desprendiendo de cada uno de ellos. En sus extremidades comenzaba a nacer la fusión. Y el Anciano mirándolo a los ojos empezó a divisar en él, una esperanza de continuidad …

Tal vez de retorno.

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Alejandra Correas Vázquez
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