Cierto día, un pedazo de cielo se enamoró
de una hermosa botella de cristal.
Día a día, la fué llenando...
Mientras hubo espacio, fué un romance
de poesía.
El cielo siguió amando, y engrandeciendose
con ese amor agigantado, de tal forma, que
la botella dejó de tener cabida para él...
El ya pedazote de cielo, sufría y sufría,
y el amor dentro de él crecía sin parar,
¡ya le dolía!
Pasó el tiempo, y a falta de otro amor, empezó
a amar a su dolor, era su compañero, disfrutaba
lamiendo sus heridas y haciéndole el amor a
fantasmas del pasado.
Por abatares de la vida, conoció una frondosa planta que había pasado por la misma circunstancia...
Cuando era una diminuta semilla, se enamoró
de un precioso caracol de tierra, mientras continente y contenido eran iguales, fué un amor peliculesco, pero la semilla plena de amor se desarrollaba cada día un poco más.
La planta comprendió que no era culpa de nadie,
ni de ella por haber crecido, ni del caracol por ser chiquito y se dió cuenta que era una salvajada desperdiciar ese amor que sentía en autocompaciones, resentimientos y falsas esperanzas.
Decidió, buscar alguien de su tamaño, y al no encontrarlo, se dedicó a amar y a servir a la humanidad.
Sus flores adornan el entorno, sus frutos alimentan a los paseantes, sus hojas son medicinales y el cuento de sus experencias,trata de ser alivio a corazones amorosos y rotos.
Dedicado a todos los que tenemos (me incluyo) herido el corazón, en especial a mi querido Maestro Logan5, invitándonos a usar nuesto infinito amor al servicio de la humanidad.
|