Recogió su bolsa del suelo, decidió seguir caminando, observando todo, pero mirando a nadie, un solitario necio y misterioso, levantó la vista muy alto y observó el paso de un rebaño de nubes blancas. Al otro lado de la acera un pobre hombre, herido de un brazo mirada pasar el tiempo acostado en el pasto, por primera vez sintió su soledad y pensó que le gustaría quedarse en un solo lugar para variar, en su solo sitio por una vez.

Un vagabundo herido en el pecho caminó cruzando la calle, hasta la plaza, sentándose con su bolsa haraposa llena de calcetas llenas de tesoros a unos metros solo del hombre que envuelto en una pobreza encantadora y una mirada un poco tonta y dulce miraba con serenidad el cielo. Decidió que le agradaba la persona junto a el y le ofreció sentarse juntos, el trotamundos confundido por un segundo con una sombra colorida vio el arcoíris que se formaba y sonrió abiertamente.

Acaso sería eso que llaman destino, no tiene importancia realmente, ella se detuvo por él, y él decidió moverse un poco, creer y sanarse juntos.